lunes, 7 de mayo de 2012

Momento decisivos


La victoria de Hollande en Francia y los resultados en Grecia confirman algunas constantes del actual panorama político: en primer lugar, el rechazo expreso y transversal a las recetas económicas que los poderes dominantes están aplicando y que signfican tanto un deterioro real de las condiciones de vida para la mayoría, como un retroceso histórico en términos de reconocimiento de derechos sociales; pero también, en segundo lugar, que el eje : sistema-antisistema ha irrumpido con una enorme fuerza en la representación política. Por último, que hay un colchón muy importante de apoyo a las políticas de recortes y ajustes duros. Es verdad que en Francia ha perdido Sarkozy, pero ha sumado un 48,30% de los votos y lo que parece difícil de creer en Grecia es que, pese a todo, los partidos que han pilotado el ajuste más dramático de la historia reciente de este país, hayan conseguido un tercio del electorado.
Las tres cosas son relevantes para el futuro próximo porque delimitan el terreno de juego de la política y señalan los escenarios previsibles de evolución de los acontecimientos.
La crisis económica puede convertirse en una crisis de la democracia y en la oportunidad para la consolidación de opciones neofascista o fascistas a secas. En el eje sistema-antisistema, es preciso reconocer que la representación de ese espacio ha sido ocupado, casi en condición de monopolio por estas opciones en toda Europa, también en Francia y en Grecia.
La izquierda alternativa (es decir, la izquierda a la izquierda de la socialdemocracia) comienza a aparecer en algunos lugares como una esperanza de refundación del estado en clave democrática y social. Siguiendo el guión de América Latina y de la articulación de nuevas propuestas políticas. Convendría no obviar la capacidad demostrada en Francia por la socialdemocracia para reinventarse y aparecer, otra vez, como la "alternativa" frente a la derecha cavernícola y agresiva. ¿Cómo no alegrarse de la victoria de Hollande? ¿pero como olvidar las innumerables veces en las que la socialdemocracia ha defraudado las expectativas -no muchas- depositadas en su gestión? Y como demuestra el caso griego, la implosión de la socialdemocracia tiene varias opciones de salida, algunas claramente indeseables.
La izquierda alternativa tiene la oportunidad de pensar a lo grande, de pensarse a sí misma como el motor de una refundación democrática y social de nuestros estados. Será imposible hacerlo solos, pero no se hará sin nosotros/as. Y hacerlo, además, pensando en la dimensión europea como el horizonte de nuestros sueños y de nuestros anhelos. Cometeríamos un error imperdonable abandonando la ilusión de la "integración europea" y participando en los oficios del repliegue soberanista y nacional. Esa estrategia borra una de las líneas Maginot que separan nuestra alternativa de las opciones neofascistas.
Hace tiempo que vivimos una crisis de la representación política que fracturó las líneas tradicionales reconocibles en el eje izquierda-derecha. Junto a este aparecieron otros y hoy, en medio de una crisis brutal y sin precedentes, esta crisis se hace más aguda. A nadie le ha sido otorgado un estatus permanente de representación política. Hoy, más que nunca, hay que ganarse el espacio que queremos y decimos representar. Pero son tiempos de oportunidades para el pensamiento crítico y alternativo. Tiempos en los que las sociedades perciben el agotamiento del mantra neoliberal y buscan otras referencias. ¿sabremos ofrecérselas?
¿Hace falta insistir, por tanto, en la importancia de la gestión que IU haga de su poder político en el nuevo gobierno andaluz?

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