martes, 28 de septiembre de 2010

La Huelga General: oportunidades

La encuesta que mostraba Público el domingo día 26 de septiembre ponía de relieve datos que no por conocidos, o sospechados, resultan menos sorprendentes. LLama la atención que la misma mayoría que afirma que existen razones para acudir a la Huelga General, manifieste que no acudirá, fundamentalmente porque "no sirve para nada". Es un descrédito de la acción colectiva y de los actores que la encarnan que mueve a preocupación. Al menos debería mover a la izquierda social y política. Incluyo aquí a los mismos que desde el gobierno han hecho todo lo posible por hacer esta huelga inevitable. Esta anomia social creciente también les incumbe a ellos. También vivirán/sufrirán sus consecuencias.
Es un dato más de ese "fascismo social" creciente al que hacía referencia Boaventura de Sousa Santos hace algunos años y que ha avanzado de manera harto preocupante. El tsunami moral y cívico que están produciendo en nuestras sociedades décadas de hegemonía neoliberal amenaza seriamente la existencia misma de la democracia. He dicho la existencia misma y no la vitalidad o su dinamismo, estos aspectos hace tiempo que mal viven en lo que queda de las viejas instituciones representativas. La lógica de la mercantilización, de la privatización, de la despolitización de nuestra cotidianeidad y su correlato en un proceso de individuación con ribetes patológicos, es un ataque frontal a la libertad y al funcionamiento de nuestros sistemas democráticos. La derecha neocon y sus aliados mediáticos, empresariales y organizacionales defienden un modelo social para el que las ideas de control popular, participación política, consenso etc... son altamente sospechosas cuando no, abiertamente peligrosas. La misma Iglesia católica hace tiempo que se sumo gustosa a este cuestionamiento del modelo democrático en pro del respeto a supuestos derechos naturales de los cuales ella, y solo ella, es cabal protectora. La victoria de los candidatos del Tea Party en Estados Unidos en las primarias republicanas dice que el soufflé sigue elevándose. NO estamos ante una moda pasajera, ni ante hechos anecdóticos. Como he dicho en otro lugar, el berlusconismo es la normalidad política del sentido común neoconservador.
¿Y esto tiene algo que ver con la Huelga General? Creo que sí, y mucho. Participar en la Huelga general es un hecho político siempre, pero esta vez es una reivindicación política democrática de primera magnitud. No es solo, y ya sería suficiente, una denuncia de un proceso de deterioro sin límites de los derechos laborales tan fatigosamente conseguidos. Es, en esta ocasión, una reivindicación de una sociedad libre, abierta y participativa, frente a la inquina antidemocrática de la derecha más antidemocrática desde los tiempos del fascismo en el siglo pasado. La huelga general se convoca contra un gobierno presidido por Zapatero, a la sazón, secretario general del PSOE. Pero los motivos fundamentales de la Huelga son una bandera por la dignidad democrática y contra la hegemonía neoconservadora. No olvidemos esto. En la inevitable dimensión europea de este conflicto y sus oportunidades no deberíamos olvidar lo ocurrido recientemente en Suecia.
La HG, por otra parte, podría y debería abrir oportunidades de colaboración en la izquierda social y política que supere diques y barreras. Es tiempo de puentes y convergencias. Deberíamos ser capaces de trascender nuestros negociados, más grandes o pequeños, para inaugurar un momento de encuentro o reencuentro. No necesariamente, bajo unas mismas siglas. Menos aún bajo la forma partido más o menos travestida. Nos jugamos la pervivencia cultural y política de la izquierda. Es mucho, muchísimo.