viernes, 21 de febrero de 2014


Muchas izquierdas para un mismo propósito
Pedro Chaves, Profesor de CC. Política en la Universidad Carlos III de Madrid y miembro de Econonuestra

He seguido con tanto interés como pasión el florido y sustantivo debate entre dos Juan Carlos, Escudier y Monedero. Y no pretendo interferir en la parte de cuitas personales que parecen expresar dos personas que se tratan repetidamente como amigos. En esto, como en otras cosas, los triángulos suelen ser una figura geométrica muy problemática.
Pero de lo que hablan y sobre lo que opinan les interesa a ellos, es evidente, pero también a muchas otras personas. A fin de cuentas, el texto y el subtexto se interroga sobre las oportunidades de una izquierda, digna de tal nombre, en el contexto español y europeo. Pero también sobre los ejes –vectores les llama Juan Carlos Monedero, tanto da- sobre los que hacer pivotar una estrategia de representación en la izquierda alternativa. Y no es eso todo, también sobre la utilidad entendida en términos de conveniencia temporal: ¿era este el momento para intentar una aventura nueva en el espacio de la izquierda?
De nada de esto estaríamos discutiendo si Podemos no hubiera resuelto con éxito dos de la tareas que se impone una fuerza política que nace y que rara vez se consigue: situar su aparición en el centro de la agenda política del espacio que pretende ocupar y convertirse, desde el inicio, en un fenómeno social en ese espacio. Ninguna de las dos cosas pueden ser negadas y entenderlas y gestionarlas puede ayudarnos a todos/as a vivir estas y otras experiencias como oportunidades o como una trinchera. Por convicción prefiero pensar en la primera de las alternativas, en parte por las mismas razones por las que Juan Carlos Escudier señala respecto a las escasas diferencias programáticas entre Podemos e Izquierda Unida.
Si hablamos de contenidos, de propuestas, cualquiera de los dos vectores a los que hace referencia Monedero llevan presentes tiempo, de una u otra manera, en el espacio de la izquierda alternativa. Forman parte de la práctica y de los enunciados de diferentes organizaciones de izquierda, de diferentes tipos y pelajes y en diferentes lugares del estado. En primer lugar la defensa de una propuesta de Estado social y democrático donde se garanticen derechos esenciales y se construya una perspectiva de vida digna para la mayoría ha sido la práctica común de IU –pero no solo- prácticamente desde su surgimiento. Incluso en los peores momentos de su reciente historia esta capacidad del “hermano mayor” para haberse posicionado sin ambages contra las políticas de liberalización, flexibilización y privatización, contra el recorte de derechos en el trabajo, en la igualdad etc.. forma parte de un patrimonio que trasciende con mucho los muros de IU, es un cofre que atesora la resistencia tenaz de millones de personas frente a la voracidad de los menos y que nos pertenece a todos/as. Si no valoramos el papel que IU ha jugado en este escenario, empezamos a despistarnos.
El segundo eje o vector tampoco es nuevo: la reforma de la política con mayor o menor radicalidad, ha sido enunciado de diferentes maneras y con diferentes propuestas desde muchos lugares. En este punto la idea ha sido y es un nuevo proceso constituyente que haga posible deliberar y cambiar nuestras instituciones representativas y que afecta a todos los órdenes: el tipo de instituciones, la relación con la comunidad política, el sistema de partidos y sus obligaciones democráticas, el mandato imperativo, la rotación de los cargos etc…
Estos dos ejes han sido la piedra angular de las demandas del 15M y su legado en Podemos es más que evidente, aunque no solo en Podemos. Nadie hoy en la izquierda alternativa puede hacer como que el movimiento de los indignados no existió.
Por mi parte, añadiría que hay un tercer eje sin el cual buena parte de los dos anteriores o son incomprensibles o son imposibles de gestionar en términos de propuesta: La Unión Europea. En este punto creo que el desarrollo propositivo de Podemos está muy por detrás de los acontecimientos. En su Manifiesto de convocatoria, la crisis de legitimidad de la Unión Europea es solo una excusa para justificar la constitución de este nuevo partido-movimiento. Pero ni en artículos ni en intervenciones posteriores el tema de la UE, de la situación del proceso de integración, de la realidad institucional, de la nueva gobernanza económica de la Unión y sus constricciones para las economías estatales, etc.. forma parte del debate y de la articulación de enunciados y propuestas. Y contestar a la pregunta: ¿qué hacemos con la UE? es hoy una de las claves para poder entender las propuestas de los dos ejes anteriores.
Quiero creer que esto tiene más que ver con el “no hemos tenido tiempo de ocuparnos de eso” que con una posición de indiferencia respecto a la trascendencia de este elemento. La UE no es política exterior en nuestro país y los problemas a los que la izquierda alternativa quiere dar respuesta, reconocen en la UE el escenario, tan inevitable como imprescindible, del conflicto político y social.
A lo que me parece, la novedad y el éxito de Podemos no radica tanto en su capacidad de enunciación de lo nuevo –limitada-, como en su irrupción organizativa y generacional. Respecto a lo primero conviene sugerir alguna pista que podría convertirse, eventualmente, en una oportunidad: Podemos es también el resultado de los errores del “hermano mayor”. No es muy comprensible la resistencia de IU a haber impulsado ahora y no más adelante el proyecto de SUMA y haberlo convertido en un articulador de la representación social y política contra las políticas austericidas del gobierno de Rajoy y de la troika. Era y es evidente que los millones de personas que se han movilizado desde hace varios años contra la lógica de privatización+recortes de derechos reclamaban un espacio amplio de representación que fuera más allá de las siglas existentes.
El fiasco de la experiencia de SUMA puso sobre la pista de donde estaban las oportunidades y Podemos ha irrumpido para ocupar ese espacio con éxito hasta ahora, visto lo visto.
En lo que hace a la organización y al sesgo generacional, Podemos ha ofrecido un espacio de articulación que parece sugerir un proceso de construcción más horizontal y participativo que otras experiencias. Y eso ha animado a una buena cantidad de gente que estaba en la periferia de la militancia, pero con niveles muy altos de politización a sumarse a la iniciativa o bien a considerarla con interés, que no es poco. En realidad este será el nudo gordiano de esta experiencia: su capacidad para generar dinámicas de empoderamiento y participación desde ya.
Para que la evocación del 15M y su legado no sea como la cocina postmoderna: un lugar en el que las cosas nunca son lo que dicen ser, la representación en Podemos deberá pasar el umbral de unas primarias o similar en los que puedan practicarse cosas que el Manifiesto de Podemos anuncia: la participación en la configuración del programa y en la elección paritaria de los cargos electos.
En este punto, Podemos es, una vez más, el resultado de los errores de otros. La negativa de IU a realizar primarias desalienta a muchas personas que necesitan algo más que la marca para identificarse con el proyecto.
La situación puede vivirse como la muestra de nuestra genética tendencia a dividirnos y fracturarnos o como la expresión de las diferentes culturas y tradiciones que conviven en las izquierdas y de las razones por las que aparecen diferentes expresiones representativas. A mi juicio esta es una oportunidad para entender que hay espacios que pueden y deben ser representados de maneras diferentes y que esa realidad no tienen porque, necesariamente, generar confrontación y rechazo. Sería triste que el final de este viaje fuera la división de la izquierda alternativa. Y aunque no sabemos lo que puede arreglarse ya de cara a las elecciones europeas, puede y debe ponerse mucha inteligencia al servicio de crear puentes que transiten por encima de lo que se anuncia como una competencia de cara a los próximos comicios.
Para mi no es relevante si Podemos sacará o no buenos resultados ni que querrá decir esto exactamente, pero su aparición y su –hasta ahora- consolidación nos deberían ayudar a entender que había un espacio social y político que reclamaba otro modelo de representación y otros liderazgos. Entender eso, sin acritud, con normalidad, es esencial para pensar en caminar juntos.
Otros deberán entender que las izquierdas no empiezan y terminan donde ellos deciden en cada momento, y que ese ejercicio de sana humildad es imprescindible para no convertir la esperanza de mucha gente en una frustración más.

miércoles, 19 de febrero de 2014


¿Sirve para algo el Parlamento europeo?

18 feb 2014
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Pedro Chaves Giraldo 
Miembro de econonuestra y profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid
Los mitos urbanos sobre el Parlamento Europeo son tan numerosos o más que sobre la vida de otras instituciones representativas. Su lejanía y las dudas sobre su utilidad le han mantenido alejado del foco de las críticas más acervas contra la profesionalización de la política, pero tampoco ha escapado de las mismas. Y una buena parte de esas críticas son más que razonables y justas.
De hecho, hasta ahora, la mayoría de los grandes partidos han utilizado el Parlamento Europeo como lugar en el que “retirar” a sus activos políticos gastados o jubilables, ofreciéndoles un lugar cómodo y tranquilo, bien remunerado y alejado de los molestos focos de la opinión pública y, a veces, hasta del trabajo mismo.
Y sin embargo el Parlamento Europeo es un instrumento esencial en una estrategia de cambio político en Europa. Con todas sus limitaciones, el Parlamento es la única institución que goza de la legitimidad popular y, por ello, puede convertirse en una poderosa caja de resonancia de la movilización y resistencia social contras las políticas austericidas y contra la gestión oligárquica de la crisis.
Y eso es así, sobre todo, porque lo nuevo de esta crisis es que ha colocado en el centro del conflicto la legitimidad del proceso de integración europea. Es decir, su utilidad, su estructura decisional, sus perspectivas. La crisis ha traído de la mano una politización inesperada —por su velocidad— del proceso de integración. Y ha hecho real el debate sobre alternativas a la situación actual. Mientras que los especialistas discutían sobre la conveniencia de la politización, dando por hecho que se trataba de una opción entre algunas más, ésta se ha colado por la puerta grande sin preguntar a los que dicen que saben.
El Parlamento Europeo forma parte de una estructura institucional anómala en las democracias representativas. Frente a la división de poderes tradicional la Unión Europea está dividida en dos ramas que dibujan un cuadrado institucional: la rama ejecutiva formada por la Comisión Europea y el Consejo Europeo y la rama legislativa por el Parlamento y el Consejo aún cuando, la Comisión es la que dispone de la iniciativa legislativa. Como vemos una articulación compleja que hace que el proceso de toma de decisiones sea largo, complicado y escasamente comprensible.
Es común decir que el Parlamento Europeo ha sido la institución que más poder ha ganado desde Maastricht, pasando de ser una “institución florero” a ejercer capacidades de codecisión y bloqueo.
Y aunque sigue siendo una institución disminuida en sus capacidades de control y de iniciativa, las reformas de Niza y Lisboa han mejorado el margen de maniobra que permitiría hacer más visible la labor política realizada o por realizar en el Parlamento Europeo. A través de los mecanismos del proceso legislativo ordinario; el dictamen conforme o el dictamen obligatorio conforme el Parlamento puede mejorar su papel como actor político en la discusión sobre el futuro del proceso de integración. Y, especialmente, el debate que se suscitará alrededor de la elección del Presidente/a de la Comisión permitirá generar una auténtica controversia política alrededor de los diferentes modelos y proyectos sobre los que pensar el futuro de la Unión.
Cosas que el Parlamento Europeo podría hacer y que la izquierda debería favorecer
Habría que decir que el entramado institucional produce y reproduce el déficit democrático crónico que padece la construcción europea desde sus orígenes. Y que ninguna reforma parcial o menor logrará reducir esa brecha democrática que cuestiona permanentemente la legitimidad de las decisiones tomadas por las instituciones europeas.
Así es que la refundación democrática de la UE es una exigencia en los tiempos de desconfianza y crisis de legitimidad. No obstante se pueden acometer reformas parciales que, al menos, minimicen el daño y orienten la perspectiva de un cambio sistémico. Por ejemplo, atribuir competencias legislativas al Parlamento o incorporar la Unión Económica y Monetaria a las capacidades de control parlamentario. O exigir un procedimiento único en toda Europa de participación estatal en los Consejos de modo que se asegure que los parlamentos nacionales conocen lo que van a hacer sus gobiernos en la UE. O bien, crear un encuentro interparlamentario regular entre los parlamentarios nacionales y los parlamentarios europeos, de modo que pueda discutirse sobre iniciativas legislativas etc…
Pero lo relevante ahora es saber que oportunidades tenemos desde la izquierda para hacer del Parlamento europeo un instrumento al servicio de un cambio social y económico profundo.
Un estudio de la dinámica parlamentaria en los últimos diez años nos dice de las oportunidades que surgen en la nueva legislatura: la coalición de acuerdo en votaciones más importantes en el PE es la que se ha dado entre el GUE (el grupo de la Izquierda Alternativa) y los Verdes, un 79,3% de las veces. Y el acuerdo entre el GUE y el grupo socialista: un 72% de las veces. Hay que señalar que los socialistas y los populares han votado juntos un 64,5% de las ocasiones. En un cambio de escenario como en el que nos encontramos esta experiencia ofrece un suelo de acuerdos posibles en la institución misma.
Pero nada impide una actividad de resistencia frente a las lógicas de privatización y austeridad y que la izquierda alternativa protagonice la representación de los millones de personas que resisten y se resisten a ser devorados por la voracidad del neoliberalismo depredador.
El objetivo es trabajar en Europa por dar sentido a esa gran coalición social y política que está impugnando las políticas neoliberales y sus consecuencias.
Además de eso, desde el Grupo Parlamentario se pueden usar algunos de los instrumentos que el Tratado de Lisboa ha habilitado para dar visibilidad tanto a la resistencia como a la propuesta.
Entre ellas la Iniciativa Ciudadana Europea, una invitación para que la Comisión Europea proponga un texto legislativo en alguno de los ámbitos de competencia de la UE. Las iniciativas ciudadanas deben recibir el apoyo de, al menos, un millón de ciudadanos de siete de los veintiocho Estados miembros de la UE, alcanzando un número mínimo de firmantes en cada uno de ellos. A fecha de hoy una ICE sobre el agua y su condición de bien público ha conseguido el número de firmas suficientes para continuar el procedimiento.
Huelga decir las limitaciones de este procedimiento y afirmar que está muy lejos de significar ningún salto de calidad en la participación ciudadana en la construcción europea. Dicho lo cual y en este contexto de crisis de legitimidad, esta posibilidad puede contribuir tanto a hacer visible el rechazo como las alternativas. Y debe ser considerado con toda seriedad.
La crisis ha hecho visible que la construcción europea es un juego en el que unos ganan y otros pierden. Y las lógicas económicas puestas en marcha desde Maastricht y acentuadas en la gestión de la crisis implican un deterioro de las condiciones de vida para la mayoría insoportables, especialmente, pero no solo, en los países del sur o de la periferia económica de la UEM, entre ellos España.
Estas elecciones y el futuro Parlamento Europeo pueden y deben jugar un papel muy importante como institución que hace visible la resistencia y la propuesta. Esta vez, discutir de Europa es una necesidad.

sábado, 15 de febrero de 2014


Cosas que no pueden seguir pasando en la Unión Europea


Traemos aquí un artículo realizado desde la Plataforma por una Investigación Pública de la Región de Murcia. Se trata de una reflexión muy documentada sobre lo que significa realmente lo que con una frivolidad insultante el PP ha llamado “movilidad exterior” y es, en realidad, una auténtica fuga de cerebros. El análisis está centrado e el caso del CEBAS-CSIC[1] de Murcia, pero los datos que sustentan la denuncia consideran la dimensión del estado y por eso tiene una validez indudable para toda España. Este artículo fue entregado durante la visita que Pedro Chaves cursó al CEBAS-CSIC el día 13 de febrero de 2014.
LA FUGA DE CEREBROS EN ESPAÑA: EL CASO DEL CEBAS-CSIC DE MURCIA
En estos momentos el coste de formación de los jóvenes investigadores para la sociedad española es muy elevado. Considerando que la formación científica comienza después de concluir los estudios universitarios con la obtención de una Beca Predoctoral que cuesta al estado unos 80.000 euros (20.000 euros al año x 4 años). Posteriormente, una Beca Posdoctoral en el extranjero (por ejemplo EEUU) cuesta unos 100.000 euros durante los dos años en que se suele desarrollar el Postdoc. Después de la estancia en el extranjero los jóvenes científicos se reincorporan al sistema de investigación español con un contrato de reincorporación en sus modalidades JAE-Doc (CSIC) o Juan de la Cierva con un coste de 120.000 euros durante los tres años que dura. Finalmente, después del postdoc y la reincorporación al sistema de ciencia español, la condición de joven científico se consigue mediante un Contrato Ramón y Cajal de 5 años y un coste de 40.000 al año que en los cinco años supone un coste total de 200.000 incluyendo los costes de instalación del investigador. La formación de un investigador dura unos 14 años después de concluir sus estudios universitarios, la cual cuesta al estado 450.000 EUROS.  
Los gastos en investigación y desarrollo dedicados a incrementar los conocimientos, incluso los conocimientos sobre la humanidad, la cultura y la sociedad, y el uso de los conocimientos para nuevas aplicaciones, son según el Banco Mundial un reflejo del nivel de desarrollo de un país. Según datos de este organismo en el periodo 2008-2012 España con una inversión del 1,39% del PIB estaba junto a Italia (1,26%) por debajo de la media europea y a la cola de países de su entorno económico, Portugal (1,59%), Francia (2,35%), o Alemania (2,82). Y a una gran distancia de las grandes potencias como EEUU (2,9%), Japón (3,6%), Corea (3,74) o Finlandia (3,9). Esta situación en 2013 va a ser peor y las estimaciones que se hacen es que baje esta inversión del 1%, cosa que no ocurría en muchos años.

Si hablamos del número de investigadores por millón de habitante los datos son también muy esclarecedores de la situación. Para el Banco Mundial los investigadores son profesionales que se dedican al diseño o creación de nuevos conocimientos, productos, procesos, métodos o sistemas, y a la gestión de los proyectos correspondientes incluyendo los estudiantes de doctorado. Según este organismo en el periodo 2008-2012 España con 2.900 investigadores/millón de habitantes estaba junto a Italia (2000) en una posición por debajo de los países de su entorno económico, Francia (3.800), Alemania (3.900) o Portugal (4.100). Y a una mayor distancia de las grandes potencias como EEUU (4.800), Japón (5.100), Corea (5.200) o Finlandia (7.200). Esta situación en 2013 va a ser pero ya que no ha habido ninguna reposición prácticamente de las plazas que han desaparecido y presumiblemente la ratio de investigadores/millón de habitantes bajará de los 2.500.


Ante esta situación tan desfavorable después de haber conseguido en el periodo 2005-2008 que España ocupara un lugar entre los 10 mejores países del mundo en investigación, en estos momentos la situación es dramática. Según datos de la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE), desde 2009 la reducción acumulada de la inversión en investigación llega al 32% en 2012 (de 9.700 a 7.800 millones de euros), y puede llegar al 50% al final de este año. La COSCE también denuncia como la contratación en Organismos Públicos de Investigación (OPIS) se ha reducido prácticamente en un 98% desde 2007 (de 700 contratos a apenas 20) ya que la tasa de reposición es prácticamente nula.   
Por tanto es más que necesario destacar que el aumento del personal investigador y los presupuestos es una condición indispensable para que España sea un país del siglo XXI con unos niveles de competitividad aceptables similares a los países de su entorno. No es de recibo que después de estar formando a una persona durante 14 años y gastar unos 450.000 EUROS, estos jóvenes investigadores de máxima cualificación se vayan a engrosar las listas de personal investigador de laboratorios de los países avanzados como ya hemos comentado, Francia, Alemania, EEUU, etc. En estos momentos existen en el CEBAS de Murcia 23 jóvenes investigadores que después de su estancia Postdoctoral en el extranjero se han reincorporado al sistema de ciencia español con un contrato de reincorporación o con un contrato Ramón y Cajal. Además otros 17 se encuentran realizando estancias postdoctorales en diferentes países o después de su reincorporación han venido que volver al extranjero ante la falta de expectativas que se le ofrecen.  
Sería una gran pérdida para el país que estos jóvenes investigadores terminaran en laboratorios de Europa y Estados Unidos fundamentalmente después de la enorme inversión que el Estado ha hecho en ellos y de los grandes beneficios para la sociedad que supondría su mantenimiento dentro del sistema de ciencia español.


[1] Centro de Edafologia y Biologia Aplicada del Segura. http://www.cebas.csic.es/

viernes, 14 de febrero de 2014

DE DÉFICIT DEMOCRÁTICO Y ELECCIONES EUROPEAS

Link con la rueda de prensa en Ávila el 12 de febrero de 2004 a propósito de las elecciones europeas, el proceso de primarias en Izquierda Abierta y las elecciones europeas:

http://youtu.be/E8aX2BskDUU



martes, 11 de febrero de 2014


De desconfianza política, liderazgos y participación: el caso de las primarias

Pedro chaves Giraldo, Profesor de Ciencia Política y miembro de Econonuestra


Las cifras que expresan la desconfianza hacia la política, los políticos y los partidos políticos son espectaculares, desconocidas, sin precedentes. Cualquier expresión que usemos se queda corta para dar cuenta de un fenómeno que, no siendo nuevo, ha alcanzado cotas sin parangón. Curiosamente, el malestar ciudadano, el cabreo generalizado con lo que ocurre se ha concentrado en la política por razones diversas: porque se ha percibido la colusión de intereses entre la política y los negocios; porque se ha hecho obvio que una parte de las decisiones políticas obedecen a razones no de interés colectivo sino de triste y siniestro afán privado; porque, cuando se ha expresado una voluntad política distinta, no se ha tardado mucho en comprobar la inanidad del enunciado o la fragilidad real de la propuesta. En este grupo de razones pesa mucho el dominio del mercado, la condición mercadocéntrica de nuestras sociedades y el impacto sobre todo el funcionamiento social e institucional.
Otras razones son una respuesta airada a la corrupción de los partidos, al mangoneo puro y duro. Son miles los sumarios de corrupción en los que están involucrados cargos públicos. Y en todos ellos el cargo público era la llave que habría la puerta del tesoro. El gran tesoro de los enanos sin los riesgos de morir calcinado por los volcánicos rugidos del dragón Smaug. Y ha molestado y cabrea no solo la corrupción, que va de suyo, sino la evidencia de que los partidos cuyos cargos habían sido pillados con las manos en la masa, estaban protegiendo a los mangantes. Y que instituciones que podrían y deberían haber frenado ese vórtice negro de la democracia, o se inhibieron o consintieron o se enriquecieron o las tres cosas a la vez.
Lo terrible ha sido observar como el cáncer de la corrupción ha pervertido la fibra moral de la democracia, ha arruinado la moral republicana imprescindible para poder pensar en democracias de calidad. Y más en nuestro país donde la transición primero y la modernización neoliberal después no dejaron siquiera que esa moral alcanzase la adolescencia. Así se explica que el impacto electoral de la corrupción sea cercano a cero. Aún más, que los chorizos simpáticos y que o bien reparten una parte del botín entre mucha gente y/o bien invierten para que las farolas y las aceras del pueblo estén bonitas, mejoran sus resultados electorales. No se si hace falta poner ejemplos.
Estos elementos han crecido al calor de la burbuja inmobiliaria y el boom económico primero y de la gestión de la crisis después. Pero se alimentan también de cuestiones que son propias de los modelos representativos y de la cultura política de cada país. Decía Alvárez Junco y no sin razón, que el elemento más constante de la cultura política en España era la antipolítica. Pues eso desde finales del XIX, por decir algo.
Por otra parte, los sistemas representativos llevan en su ADN un error de origen. Algo así como un fallo sistémico ineludible. La representación es una mediación basada en dos supuestos que no pueden ser demostrados: la primera es que el representante representa de manera efectiva a los representados. Aquí entraríamos en los problemas de agencia, tan conocidos en la ciencia política y que nos obligan a considerar los intereses específicos de los representantes y sus potenciales conflictos con los intereses de los representados. Además de reconocer que no hay ningún buen procedimiento que garantice al mismo tiempo una deliberación de calidad, la eficacia en la toma de decisiones y la consideración sin exclusiones de los intereses más importantes en nombre de un imaginado bien común.
Por último, todos los procedimientos para convertir en representación los deseos de la comunidad política tramitados a través de procesos electorales, tienen algún problema que, en un punto u otro, desvirtúan la voz de la comunidad política.
Así es que en estas estamos. Los problemas de la representación política más los de la desconfianza han generado un nudo de problemas de difícil solución. Lo único que no es una alternativa es no hacer nada. Los partidos enrocados en lo de siempre o pareciéndolo bajo las más variadas excusas contribuye a reforzar la desconfianza y la desazón.
Conviene no olvidar que la desesperanza, en el contexto de la crisis social que padecemos, es el mejor argumento para el incremento del populismo en cualquiera de sus variantes.
Por eso el vector de la participación, la transparencia y la democracia en el seno de los partidos, sin ser la única respuesta a la desconfianza aparecen como una parte importante y necesaria de la alternativa. La solución a la desconfianza, si es que podemos hablar así, no depende solo de los partidos políticos. Si la crisis es la expresión de lógicas complejas, multidimensionales y trabadas entonces hay varios nudos que desenredar y el de los partidos es uno de ellos.
Pero siendo solo uno de los vectores es, sin embargo, esencial y especialmente importante en los partidos de la izquierda alternativa. Las primarias no son una solución en sí mismas, ni son una panacea. El bálsamo de fierabrás no existe, ya lo sabemos. Pero las primarias son la expresión de un deseo de cambio, un mensaje de que los partidos hemos entendido el problema y estamos buscando soluciones. Es una manera de abrir el espacio de las decisiones a la transparencia y la democracia en su sentido más radical de la expresión. Ningún problema de los que las primarias puedan plantear supera la desazón que producen los métodos palaciegos y opacos de los partidos al uso. Las decisiones cupulares, de reparto puro y duro de poder son cada vez más extrañas y ajenas a la mayoría de la gente.
La experiencia de los procesos participativos en el ámbito de lo local enseñan que aquellos que han conseguido consolidarse lo han hecho porque contaban con una demanda ciudadana, porque contaban con un compromiso político importante y porque se tomaban en serio, es decir, se respetaban las decisiones que habían sido transferidas a dinámicas participativas. Esto es empoderar a las poblaciones.
No habrá solución a la desafección si no hay lógicas de empoderamiento que vayan más allá de los censos de afiliados/as.
Por otra parte, esta perspectiva del empoderamiento es la pregunta del millón para cualquier propuesta que se diga alternativa: los liderazgos carismáticos pueden jugar un papel relevante en un determinado momento, pero no son nunca una alternativa. Demasiado bien lo sabemos. Y, de ningún modo, podemos dar por hecho que la bondad de una propuesta se solventa en la calidad del que, dice, va a representarnos. También sabemos que la república de los sabios de Platón era un modo de encubrir su voluntad aristocrática.
A mi juicio hay ahora mismo procesos concurrentes y complementarios que señalan en la misma dirección: intervenir desde la participación para cambiar el curso de los acontecimientos. Y hay actores que no pueden seguir haciendo como que no se enteran.  La frontera que en los próximos meses y años separará a la izquierda alternativa de la izquierda de siempre gravitará alrededor del eje de la participación. En este punto de encuentro las primarias bien hechas son un procedimiento, no el único, pero ahora mismo el más expresivo para decirle a la ciudadanía con claridad: vamos a buscar juntos soluciones.

ARTICULO SOBRE LA UNIÓN EUROPEA PUBLICADO EN ESPACIO PÚBLICO EN NOVIEMBRE/DICIEMBRE DE 2013

No podrá decirse que la palabra crisis es ajena a la Unión Europea. Prácticamente desde su constitución los avatares de la construcción europea han ido vinculados a situaciones de estancamiento y/o de incertidumbre en el proceso de integración. Hasta ahora era normal considerar que esas situaciones se saldaban con algún progreso en el proceso de transferencia de soberanía nacional y de reforzamiento de las instituciones comunitarias, en una suerte de teleología del proceso de integración que ha mostrado toda su insustancialidad en estos momentos. El futuro de la UE no es necesariamente un modelo de estado federal al que caminamos inexorablemente de la mano fría, pero firme, del mercado único.

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