lunes, 23 de noviembre de 2009

¿Una oportunidad perdida?

Parece que por fin este próximo viernes vamos a conocer el secreto mejor guardado de esta legislatura: la Ley de desarrollo sostenible. De momento, y en espectacular y pelín patético show televisivo, hemos conocido las "intenciones" de la Ley: ser el programa estrella de lo que queda de legislatura y una herramienta para posibilitar un debate sobre el necesario cambio de modelo productivo en nuestro país.
Que la necesidad existe es un secreto a voces, aunque conocida la transversalidad del consenso respecto a la enunciación convendría mayor precisión respecto a dirección y contenidos. Es decir, ¿de qué hablamos cuando hablamos de cambio en el modelo productivo? La gracia de la cosa estriba no solo, aunque también, en ajustes respecto al peso de los sectores productivos en nuestra economía y su articulación. Siendo esto importante la dirección de los cambios debería atender a exigencias más radicales: pasar de una economía depredadora de recursos y profundamente injusta en términos redistributivos a una economía ecológicamente sostenible y socialmente equitativa.
Cualquier otra cosa, será una nueva distracción en tiempos en que estamos para pocas bromas.
Pensando en la trascendencia de la ley, el secretismo con el que hasta ahora se ha trabajado no anticipa un buen comienzo. Conociendo a esta administración y sus usos, la demora, el retraso y el secretismo sugieren menos una astuta estrategia política y mucho más, un nuevo episodio de improvisación y descoordinación. Veremos.
En cualquier caso, esta es una oportunidad para propiciar un debate social de amplio calado sobre nuestro futuro inmediato y sobre los riesgos y oportunidades. Es una ocasión para un gran ejercicio de pedagogia política sobre el mundo en que vivimos y su límites y para generar compromisos transversales sobre los cambios imprescindibles para hacernos responsables, por fin, sobre el planeta en que vivimos y el futuro de las generaciones futuras.
Esta es una de las oportunidades claves para la izquierda alternativa en este contexto. Es imprescindible que pasemos de la crítica (un poco notarial y contable, todo hay que decirlo) a la crisis, a las respuestas sistémicas a la misma. Es tiempo para la política, no para la contabilidad y es momento para una radicalidad sensata y pensando en la mayoría. Por intentarlo...

sábado, 21 de noviembre de 2009

Lo que le queda a la UE

Hablar sobre la UE no es muy agradecido. El tema mismo seduce lo justo, es cada vez menos sexy y comienza a producir somnolencia. Quizá sea precisamente este estado de alejamiento emocional de la inmensa mayoría de la ciudadanía europea, el que pretenden los actuales dirigentes de la Unión. En situación de aletargamiento, cuando la cosa no produce ni frio ni calor, la capacidad de reacción disminuye a valores cercanos a la congelación. Y sobre todo parece como si, de verdad, pudiera no importarnos lo que acontece con la Unión. Esto último ya sí forma parte de un engaño frente al que debiéramos decir: suficiente chicos!!!
La UE es ya un espacio de regulación económica y política muy importante. No es solo la cantidad de cuestiones que afectan a nuestra cotidianeidad que se deciden en Bruselas, es que la vida misma de los estados está orientado a un espacio de regulación que ya es supraestatal y lo seguirá siendo en el futuro. En román paladino: la UE es el lugar en el que se deciden y decidirán las cosas más sustantivas para nuestras vidas. Pensar que se puede estar al margen -sea por indiferencia y rechazo- de este conjunto de instituciones es como creer que uno puede resguadarse del sol en el desierto a la sombra de un gerbo.
Por eso la decisión que se ha tomado en relación con los más altos cargos de la UE ha producido primero estupor y ahora, pelín de grima. Demuestra que los estados han llegado al convencimiento de que el proceso de integración se ha detenido, que los estados deben seguir administrando este estado de situación en su provecho y mañana...ya veremos.
El Tratado de Lisboa ya era malo respecto a la insuficiente constitución europea, pero si añadimos esta elección la cosa implica un retroceso descomunal y un incremento del gap entre expectativas y realidades.
Y no es que las expectativas fueran muy altas, pero la realidad nos está dejando la líbido europea bajo mínimos.
En fin, es tiempo de "alta política", es decir, de politizar el proceso de integración y de plantear alternativas de conjunto, comenzando con hacer pedagogía respecto a lo que la UE, realmente, es.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Un tal Van Rompuy

El desbloqueo institucional después de la ratificación por Irlanda del tratado de Lisboa ha posibilitado, finalmente, la elección del que será el Presidente de la Unión y de la Jefa de la diplomacia europea. El cruce de conflictos cruzados presente aún en la Unión ha dado como resultado una elección significativa. La presencia de intereses que colisionan entre pequeños y grandes países; entre viejos y nuevos socios; entre las dos grandes familias políticas; entre países que han tenido responsabilidades anteriores y los países que aspiran a tenerlas; entre países que impulsan el proceso de integración y euroescépticos de toda condición, han producido esta elección. La nota positiva, sin duda, la elección de una mujer para uno de los dos cargos. Sienta un precedente y es una señal para otras instituciones y elecciones.
Pero visto en su conjunto la elección dice de un perfil gris y de poco recorrido. Si sumamos estas dos elecciones a la continuidad de Barroso como Presidente de la Comisión la decisión tiene como lectura privilegiada la de que los estados han querido preservar su papel preponderante resolviendo en el registro menor una elección decisiva en términos simbólicos.
Es una expresión de desconfianza, sin duda, o de prevención frente al futuro del proceso integrador. Y la elección no alcanza para suscitar ningún estado de ánimo en particular entre la ciudadanía de los estados europeos.
La tercera conclusión hace referencia al hecho de que se ha obviado la oportunidad para un debate sobre el presente y el futuro de la Unión. Otra vez se elige la opción de la "despolitización" del proceso de integración frente a la evidencia, palmaria ya, de que este se ha convertido en un elemento de conflicto en las agendas nacionales y lo seguirá siendo en el futuro.
Por último, en momentos de recomposición internacional, cuando Estados Unidos dirige -otra vez- la recomposición del mundo tras la hybris neoconservadora; cuando el mundo se enfrenta a desafíos que reclamarían una presencia fuerte de la Unión en el mundo, se elige una opción cuyo mensaje hacia el mundo es: "sin novedad en la UE".
En fin, Kissinger puede seguir tranquilo: la UE sigue sin teléfono al que dirigirse para hablar de las cosas que importan.

en el ciberespacio

Bueno, ha sido una decisión un poco complicada y aún no se como irá, pero he decidido intentar organizar y ordenar mis ideas y tener un blog propio.
Veremos como va la experiencia.