lunes, 20 de octubre de 2014


http://blogs.publico.es/repensar-europa/2014/10/15/cosas-que-complicaran-su-vida-el-ttip-y-el-ceta/

 

Cosas que complicarán su vida: el TTIP y el CETA

Pedro Chaves Giraldo,


¿Sabía que en febrero de 2013 la multinacional farmacéutica holandesa Achmea, inició un procedimiento contra el gobierno de Eslovaquia para bloquear un proyecto de Ley que iba a establecer un sistema único de seguro de salud pública? Eso después de que esta misma multinacional se embolsara la friolera de 25 millones de euros en concepto de daños, perjuicios y costes del mismo gobierno eslovaco. La razón: en 2006 el recién nombrado gobierno de Eslovaquia limitó el poder de los seguros privados de salud para distribuir o repatriar sus beneficios.
Pero si le interesan más las cosas del día a día, conviene que sepa que la OMC penalizó a Estados Unidos por sus latas de atún etiquetadas "sin peligro para los delfines", por la indicación del país de origen sobre las carnes importadas o por la prohibición del tabaco perfumado al bombón, porque, según la OMC, estas medidas son consideradas como trabas al libre comercio. La Unión Europea ha sido sancionada por este organismo con centenares de millones de euros de multa por prohibir la importación de organismos genéticamente modificados (OGM).
Estas No son informaciones de un futuro lejano, son cosas de nuestra cotidianeidad que se verán incrementadas si el TTIP se aprueba, como se espera, a finales del año 2015.
TTIP son las siglas en inglés de un Acuerdo de Asociación Transatlántica para el comercio y la Inversión. CETA, el acuerdo que se firmó con Canadá a finales de septiembre en Toronto, es un Acuerdo General de comercio. En ambos casos hablamos de Acuerdos comerciales de nuevo tipo porque incorporan mecanismos de regulación de las diferencias entre empresas, inversores y estados que orillan las jurisdicciones nacionales bajo el argumento de la eficacia y la sencillez.
El objetivo real de las negociaciones no son las barreras arancelarias, sino las constricciones reguladoras que limitan los beneficios actuales y potenciales de las corporaciones multinacionales.
Es importante llamar la atención sobre el secretismo y opacidad extrema en la que se trabaja en estos tratados. El CETA se dio a conocer públicamente, por primera vez, el mismo día que se firmó. En carta remitida por el Jefe de la delegación de la UE en el proceso negociador del TTIP, Ignacio García Bercero, aseguraba a su socio, Daniel Mullaney, jefe de la delegación de EE.UU. que la Comisión Europea se comprometía a bloquear cualquier intento de acceso público a los documentos mismos y a cuantos recursos comunicacionales anexos participen del proceso: cartas, mails, mensajes etc.. Y que, además, esta información permanecería secreta durante los próximos 30 años.[1] Solo la semana pasada se hicieron públicas las indicaciones negociadoras del Consejo Europeo a la Comisión en relación con el TTIP. Y éstas indicaciones se hicieron en julio de 2013.
En el colmo de las cosas incomprensibles, los textos disponibles de los avances en la negociación pueden "leerse" en una sala habilitada al efecto donde se impide a los parlamentarios el uso de medios de reproducción, incluidos smartphones o cualquier dispositivo con cámaras etc... El ocultamiento a los representantes de la legitimidad democrática es un síntoma del verdadero significado y transcendencia de lo que se está negociando. Conviene recordar que, toda vez que las competencias sobre comercio están transferidas a las UE, no hay otro modo de controlar el proceso que a través del Parlamento Europeo.
Los efectos del TTIP sobre el empleo y sobre el mercado de trabajo pueden resultar devastadores. Si los supuestos efectos beneficiosos son, cuando más, inciertos, los efectos negativos son seguros. A la pérdida de puestos de trabajo esperados deberíamos sumar los procesos de deterioro de las condiciones de trabajo y la carrera hacia abajo en las garantías y protección en el ámbito de los derechos laborales que va a provocar este Tratado. Las instituciones democráticas tendrán muy difícil realizar mejoras sustanciales en el mercado laboral o subir el salario mínimo interprofesional, por ejemplo, bajo la amenaza real de demandas internacionales de las empresas concernidas: por haber producido un "deterioro injustificado" en sus expectativas de beneficios legítimos y de negocio.
Dos espacios especialmente afectados por este tratado serán el de la seguridad alimentaria y las cuestiones medioambientales.
Hoy en día, aproximadamente el 70% de todos los alimentos procesados a la venta en los supermercados estadounidenses contienen ingredientes genéticamente modificados. Como resultado de la fuerte resistencia popular, en cambio, apenas hay alimentos genéticamente modificados en los supermercados europeos, y todos aquellos elementos que contengan ingredientes modificados genéticamente deben señalarlo claramente en el etiquetado.[2] La ofensiva de la gran agroindustria estadounidense contra esta protección al consumidor es uno de los verdaderos caballos de batalla del TTIP. Los Reglamentos de 2009[3] que consagran el principio de cautela en la legislación comunitaria[4] se han convertido en el objetivo del TTIP, entre otros. Con los actuales estándares de seguridad europeos en materia de uso de hormonas o tratamiento con cloro de pollos y pavos más del 40% de los productos americanos no podrían venderse en Europa.
La Comisión europea se ha mostrado comprensiva con los argumentos de la agroindustria estadounidense y se ha declarado dispuesta a revisar las medidas de seguridad alimentaria en la UE "con la finalidad de eliminar barreras innecesarias"[5]
En materia de regulación medioambiental la propia Comisión ha evaluado que el impacto en términos de emisión de gases de efecto invernadero producido como consecuencia del TTIP será de más de 11 millones de toneladas, afectando gravemente a los compromisos europeos de cumplimiento del Protocolo de Kyoto.
El otro aspecto concernido es la protección de la salud en la UE y la limitación de substancias químicas peligrosas. El Reglamento REACH en materia de registro, evaluación y autorización de sustancias químicas se apoya en el principio de cautela. En Estados Unidos existe una Ley sobre el control de substancias químicas extremadamente laxa y permisiva. Baste como ejemplo que mientras que la UE prohíbe el uso de 1.200 substancias químicas en cosméticos, EE.UU. solamente prohíbe una docena.
Hay otros aspectos que se verán afectados por este Tratado: los servicios públicos, la privacidad etc... pero sin duda el elemento de mayor riesgo y de mayor perversidad democrática es el conocido como Investor-state dispute settlement (ISDS). Este sistema de arreglo de desacuerdos en el marco de la aplicación del Tratado confiere a las empresas un poder que las iguala con los estados. Con la aplicación de estos mecanismos las empresas podrán litigar con los estados por medidas que vayan a tomar en cualquier materia. La simple amenaza de un proceso que puede implicar millones de euros de multas para los estados es una poderosa baza negociadora a favor de las empresas.
Es un paso más en el desplazamiento brutal de poder que la globalización neoliberal está produciendo a favor de la elite económica y política que nos domina.
Por otra parte, los tribunales estarán formados por abogados sin experiencia judicial alguna y con poderosas razones para fallar a favor de las empresas. A través de mecanismos como las garantías para un "trato justo y equitativo" a inversores e inversiones; garantías frente a expropiaciones indirectas o definiciones muy amplias de lo que debe ser considerado inversor o inversión, se abren las puertas a esa dinámica de amenazas frente a los estados y su capacidad de regulación del mercado.
Después del TTIP, si este se aprobara, la subordinación de la política a los mercados sería una realidad aún más intensa y axfisiante y la capacidad de las instituciones democráticas para producir políticas públicas a favor de la mayoría se reducirían considerablemente.
Estas negociaciones son secretas y blindadas porque resultan difícilmente defendibles. Tenemos un año para confrontar este desafío y proponer una política comercial basada en otros parámetros y otros estándares.



[1] arrangements on ttip negotiating documents; se pueden seguir este y otros documentos en: http://trade.ec.europa.eu/doclib/cfm/doclib_section.cfm?sec=146&link_types=&dis=20&sta=41&en=60&page=3&langId=fr
[2] Hilary, John (2014), El acuerdo transatlántico sobre comercio e inversión: una carta para la desregulación...Rosa Luxemburg Stiftung, pág. 18
[3] La Directiva 2009/128/EC que establece el marco de acción comunitaria para alcanzar un uso de pesticidas sostenible, y el reglamento (EC) No 1107/2009 sobre la comercialización de productos fitosanitarios, ambos del 21 de octubre de 2009.
[4] El principio de prudencia obliga a las empresas a demostrar la seguridad del producto que quieren comercializar y no como en Estados Unidos donde son los poderes públicos los que deben demostrar los riesgos del producto.
[5] "TTIP: Note for the attention of the Trade Policy Committee". Bruselas, Comisión Europea, 20 de junio 2013.

martes, 7 de octubre de 2014



Una Comisión europea al servicio de las multinacionales


Pedro Chaves
Asistente parlamentario en el grupo de la Izquierda Plural en el Parlamento Europeo
En estos días van a celebrarse las audiencias parlamentarias para evaluar a los futuros comisarios/as que integrarán el equipo dirigido por Juncker. Se ha dicho que se trata del “equipo más político que haya tenido nunca la comisión europea”. Y se ha defendido, desde diferentes foros, el cambio radical de actitud respecto a la inanidad completa de José Manuel. Barroso. Los cambios afectan a la forma y también al contenido. En lo que hace al modo y métodos de funcionamiento propuestos para la Comisión, Juncker ha apostado por una reforma funcional que hace más operativo y eficiente la toma de decisiones y la determinación de objetivos políticos al servicio de las prioridades de trabajo acordadas con el Consejo Europeo y con el Parlamento.
Lo sustancial, sin embargo, no radica aquí, en las propuestas para comisarios figuran 5 antiguos primeros ministros decididamente comprometidos con las políticas de austeridad y el traslado de los costes de la crisis a las políticas sociales. Es ejemplar el caso de Alenka Bratusek una de las Vicepresidencias propuestas que coordinaría, entre otras cosas, las diferentes Direcciones Generales encargadas de la política energética, entre ellas la atribuida a Cañete. La ex primera ministra eslovena -liberal y exsocialdemócrata- ha llevado a cabo uno de los planes de ajuste más duros de toda la UE.
Pero también encontramos en las propuestas de Juncker el compromiso de éste con los mercados financieros y sus exigencias. La candidatura del británico Jonathan Hill para los Asuntos Financieros es una de las más llamativas. Este antiguo lobbysta trabajó desde su consultaría financiera -Quiller Consultant- para, entre otros, HSBC, el mayor banco de la UE por activos. Una concesión a la City londinense, a los mercados financieros y a las propuestas de desregulación y de mantenimiento de la política de casino global que nos ha llevado a la crisis económica más importante desde el crack del 29.
Para la cartera de Educación, cultura y ciudadanía, Juncker propone a Tibor Navracsics, mano derecha del presidente Orban en Hungría y Ministro de Justicia con éste. Uno de los países que ha puesto de manifiesto el fin del mito de la europeización. Este mito defiende que el ingreso en la UE abre un proceso incremental positivo con consecuencias especialmente intensas en los procesos de consolidación democrática. El caso húngaro ha degenerado en una deriva autoritaria de la que el candidato propuesto es, singularmente, protagonista.
Pues bien, en esta Comisión aparece la propuesta de Miguel Arias Cañete, ex-Ministro de Agicultura, Pesca y medioambiente en el gobierno de Rajoy. Ahora mismo, es, sin duda, el candidato con más posibilidades de recibir un revolcón en el proceso de audiencia y ratificación por el Parlamento Europeo.
Para soltar lastre y evitar males mayores el ex Ministro Arias Cañete ha puesto a la venta sus acciones en las empresas DUCAR s.l. y Petrologic s.l. Aun cuando su familia sigue conservando más del 70% de las acciones en estas compañías. Es una buena noticia en el empeño por deslindar claramente los intereses generales de los intereses privados. Pero es una noticia que no cambia, en lo sustancial, las razones para oponerse con rotundidad al nombramiento de Arias Cañete como Comisario de Acción por el clima y energía de la futura Comisión Europea.
El asunto energético se ha convertido en un tema central para la economía europea y así se refleja en las prioridades que el Presidente de la Comisión ha fijado para su presidencia. La energía se propone como el tercero de sus diez objetivos con tres mandatos concretos:
1. Una nueva UE de la energía que reduzca la dependencia energética y diversifique las fuentes y los suministros
2. “Por ello, quiero que la Unión de la Energía de Europa pase a ocupar el primer lugar mundial en el sector de las energías renovables”.
3. “Quiero que la Unión Europea lidere la lucha contra el calentamiento global de cara a la reunión de las Naciones Unidas que se celebrará en París en 2015″
Se trata de objetivos ambiciosos que exigirán la movilización de importantes recursos económicos y un compromiso importante con los intereses generales. Al mismo tiempo, la dimensión relacionada con las energías renovables debería implicar una sensibilidad demostrada de defensa y  respeto al medio ambiente.
El ex ministro no está en condiciones de garantizar ninguna de las dos, antes bien, su práctica política y empresarial demuestra justo lo contrario.
Conviene recordar que el sr. Cañete fue el responsable de la Ley de Costas y del Plan Hidrológico nacional aquel que se iba a aprobar “por cojones” y cuya tramitación parlamentaria sería “un paseo militar” y que fue tumbado parcialmente por la Comisión Europea por incumplir de manera flagrante la Directiva marco del Agua.
La Ley de Costas fue el ejemplo paradigmático tanto de la sensibilidad medioambiental del Ministro y del gobierno del PP como de la colusión permanente entre intereses públicos y privados del sr. Cañete.
Esta Ley (denominada en lenguaje orwelliano Ley de protección y uso sostenible del litoral) significó cambios sustanciales en la protección de las costas y de entornos ecológicos muy frágiles: las Salinas dejaron de ser consideradas terrenos públicos; se modificaron los plazos de concesión de uso privado con fines industriales en ríos y rías; se ampliaba la concesión en puertos deportivos; se privatizaba el espacio detrás de un paseo marítimo o se creaban espacio de aplicación “laxa” de la ley como en Formentera. etc.
En todos los casos había beneficiarios próximos al Partido Popular o socios de negocio de la actividad empresarial del sr. Cañete: Abel Matutes, Gabriel Cañellas, el Grupo Villar Mir, Bautista Soler, Ignacio López del Hierro (marido de la sra. Cospedal) o Joaquín Rivero.
La puesta en marcha de la Ley implicó un incremento sustancial de la privatización de espacios públicos -de aquello que debería ser considerado lo común-; un aumento de la inseguridad jurídica y un desprecio olímpico por los criterios científicos que aconsejaban ir justo en la dirección contraria.
En lo que se refiere a su voluntad política para hacer real ese loable propósito del sr. Junker de hacer de la UE líder mundial en utilización de energías renovables, precisamente España puede ser puesta como ejemplo de un camino prometedor y de cómo ese camino se frustra cuando los gobiernos no atienden a los intereses generales sino al interés particular, en este caso las grandes empresas de producción de energía.
En Agosto de 2014 las energías renovables supusieron el 34,6% de la producción eléctrica en España, frente al 35,7% de la nuclear y de las fósiles. Pues bien, este camino promisorio es el que ha quebrado el cambio legislativo que el PP -con el acuerdo del sr. Cañete- ha introducido en nuestro país y que va a implicar que al menos hasta el año 2018 No se pondrá en marcha ni una sola instalación nueva de energía eólica, solar, hidráulica y de biomasa.
Al mismo tiempo que se detiene en seco la inversión en energías renovables se autoriza, mediante decreto-ley la reapertura de la Central nuclear de Garoña, una central con 47 años de existencia y con serios problemas de seguridad en los últimos años.
Por último, los cambios legislativos en nuestro país en la tarificación eléctrica han incrementado el peso de la pobreza energética en nuestra sociedad.
Por si no pareciera suficiente, llama la atención que se proponga al ex Ministro para el desempeño de una tarea en la que tiene intereses empresariales personales. En comparecencia a petición propia en agosto de 2013 el ministro declaró que ninguna de esas empresas se dedicaba al bunkering (repostaje de fuel en alta mar con gravísimas consecuencias medioambientales para los entornos marinos y uno de los principales factores de contaminación en la Bahía de Algeciras). Pero lo cierto es que la empresa Ducar es esencial en el proceso de repostaje en alta mar. A cambio de un canon anual, Ducar alquila la mitad de sus instalaciones (84.000 metros cúbicos) a la compañía Vilma Oil, una empresa dedicada a la venta de combustible para buques que transitan por el estrecho de Gibraltar y que reconoce suministrar y aprovisionarse de fuel proveniente de gasolineras flotantes gibraltareñas, que se benefician del favorable y cuestionado régimen fiscal del Peñón.
Habría más razones relacionadas con sus capacidades y con su reconocida incontinencia verbal. Son varias las ocasiones en las que ha tenido que pedir públicas disculpas por sus declaraciones y al menos en dos de ellas ha sido enmendado por el presidente de su partido, el sr. Rajoy.
La última y muy sonada ocasión fueron sus declaraciones machistas tras el debate preelectoral con la candidata del PSOE, Elena Valenciano.
Si el PP quiere acometer con rigor la regeneración democrática en nuestro país, puede ir empezando por su casa y dar marcha atrás en esta incomprensible propuesta. No hay ninguna buena razón que justifique la presencia del ministro en la Comisión europea y sí, muchas y contundentes razones para negarle esta responsabilidad.
Por otra parte, la UE, la Comisión, tienen, también, una buena oportunidad para redimirse de su alejamiento del parecer de la ciudadanía y hacer posible disminuir la desconfianza de ésta respecto de las instituciones, dando ejemplo de sensibilidad frente a lo obvio: el sr. Cañete no puede, en ningún caso, ser Comisario de la Comisión Europea.
Pero quien tiene una responsabilidad singular en este momento respecto al futuro del sr. Cañete y de la Comisión misma es la familia socialista europea. En función del pacto legislativo que ha llevado al socialdemócrata alemán Schultz a la presidencia del Parlamento, se supone que habrá respeto para las decisiones y propuestas de Junker y por tanto no se cuestionarán los candidatos. Todo parece indicar que, asegurada la elección, el PSOE hará el gesto de oponerse a Cañete sin especial intensidad. Mal asunto. Este es otro de los momentos en los que el PSOE, en particular, y los socialistas en general, pueden decidir dejar de ser parte de los problemas y comenzar a formar parte de las soluciones. No les quedan muchos trenes.
Entretanto la izquierda alternativa se ha aplicado en la denuncia de los candidatos/as que muestran el compromiso de esta Comisión con las políticas que han implicado sufrimiento y dolor para el conjunto de nuestras sociedades y premios económicos incomprensibles y suculentos para la minoría del 1%, responsable de la crisis.

miércoles, 18 de junio de 2014


Elecciones europeas: entre la crisis de legitimidad y la crisis política
Pedro Chaves Giraldo, Profesor de la Universidad Carlos III de Madrid y miembro de EconoNuestra.
Publicado el 18 de junio en la Revista Estudios y Cultura nº 62, de la Fundación 1º de Mayo
http://www.1mayo.ccoo.es/nova/NNws_ShwNewDup?codigo=4584&cod_primaria=1158&cod_secundaria=1158#.U6KAkC__tVN

Estas elecciones europeas han cundido mucho y prometen no haber agotado todavía su caudal interpretativo. De hecho, esta contribución se suma a ese impetuoso río de tinta vertido ya –y por verter- interesado en responder a la pregunta: ¿qué ha pasado de nuevo en estas elecciones?
En esta ocasión, algo singular ha ocurrido, y la divergencia extrema de interpretaciones sobre los resultados da buena cuenta de ello. El mismo día y en la misma página un periódico de tirada nacional[1] publicaba dos artículos diferentes de dos conocidos representantes del mainstream europeísta, dando explicaciones radicalmente disímiles respecto a la interpretación de los resultados. Si para una de las articulistas los datos evidenciaban que “la opinión pública europea ha reaccionado con contundencia a lo que percibe como excesos de la integración”, para el otro  los resultados no pondrían de manifiesto el exceso de Europa, si no la insuficiente Europa social: “La agenda de la Unión (y del Parlamento Europeo) en estos comienzos de siglo tiene un objetivo central: la Europa social y de los ciudadanos”. Es decir, más integración.
No obstante, en ambos casos subyace una idea que a mi juicio es el primer mito a desmontar y a someter a crítica: la posibilidad de realizar un análisis global e integrador de los resultados de estas elecciones europeas. Basándonos en los datos disponibles, tal afirmación es insostenible y pone de manifiesto hasta qué punto no existe a día de hoy un espacio público europeo. Como intentaré demostrar, los resultados tienen una lectura nacional referida a las fracturas políticas, agendas y actores propios y específicos de cada estado. En cambio, pueden extraerse dos conclusiones adicionales que apuntan a una tendencia de cambio en esta perspectiva: una politización irreversible del proceso de integración europeo, y una fractura norte-sur en términos de representación del descontento y de la desafección.

1. De los datos en Europa

Aunque no es un dato de fácil interpretación, el hecho es que por primera vez desde el comienzo de las elecciones europeas (1979), se ha detenido la caída de la participación. Bien es verdad que el alza ha sido muy ligera respecto a los comicios de 2009 -apenas 0,9 puntos (43,09%)- y con enormes disparidades.
Entre los resultados más bajos de participación, llaman la atención los porcentajes en Eslovaquia (13%); en la República Checa (19,5%) o en Eslovenia (20,96%).
Cuatro países registran un incremento significativo de la participación en las elecciones en relación con el año 2009[2]: Lituania (+23,9 puntos), Grecia (+5,5), Alemania (+4,6) y Rumania (+4,4). En sentido contrario, en 7 países se ha conocido un retroceso significativo en la concurrencia a las urnas: Letonia (-23,6 puntos), Chipre (-15,5), República Checa (-8,7), Eslovenia (-7,4), Estonia (-7,4), Hungría (-7,3), Irlanda (-7) y Eslovaquia (-6,6).
Es muy difícil generar una interpretación general. Parece que la única razón que puede aducirse para explicar los incrementos tiene que ver con la coincidencia de las elecciones europeas con otros comicios en algunos países (Lituania, Grecia y Rumania) (presidenciales, regionales y/o locales). En cuanto al descenso, es llamativo el hecho de que afecte mayoritariamente a países del centro y del este de Europa, aunque no solo. En todo caso las variaciones en la participación y el modo en el que el clivaje europeo se ha situado en ese escenario únicamente pueden explicarse desde el espacio estatal-nacional.
En España, el ligerísimo alza en la concurrencia a las urnas (del 44,9% en 2009 al 45,84% en 2014) parecería indicar que la Unión Europea no ha sido un factor galvanizador de la participación, pero tampoco de la desafección. Es decir, la abstención no ha sido el modo en el que se ha expresado el descontento o la distancia respecto a la política, que era una variable a observar en este proceso. Ésta es una primera razón para ser muy prudentes respecto a la extrapolación de datos a otros futuros comicios.
En segundo lugar, la comparación de datos agregada a nivel europeo dibuja un mapa de una cierta estabilidad en la que irrumpen, eso sí, fuerzas políticas cuya hostilidad al proceso de integración europea es manifiesto y visible, habiendo sido además elemento central en su campaña electoral. En esta tabla puede observarse el reparto de porcentaje de voto y número de escaños por grupo parlamentario en 2009 y 2014.

GRUPOS POLÍTICOS
Elecciones 2009. Porcentaje de votos
Elecciones 2009. Número de diputados
Elecciones 2014. Porcentaje de votos
Elecciones 2014. Número de diputados
Partido Popular Europeo (PPE)
35,77%
274
29,43%
221
Socialistas y Demócratas (S&D)
25,59%
196
25,4%
191
Conservadores y Reformistas  (CRE)
7,44%
57
8,39%
63
Alianza de demócratas y liberales por Europa (ADLE)
10,83%
83
7,86%
59
Verdes/Alianza Libre Europea (Verts/ALE)
7,44%
57
7,19%
54
Izquierda Unitaria europea/Izquierda Verde Nórdica (GUE/NGL)
4,57%
35
6,92%
52
Europa libertades y democracia (ELD)
4,05%
31
4,26%
32

No inscritos
4,31%
33
5,73%
43
Otros


4,79%
36
Fuente: elaboración propia a partir de los datos suministrados por el Parlamento Europeo. El grupo “Otros” hace referencia a los eurodiputados/as de los cuales, a fecha de elaboración del artículo, se desconoce la ubicación en la Eurocámara. De esos 36, 17 son los que aporta el Movimiento 5 Estrellas en Italia, y el resto son todos eurodiputados de extrema derecha, lo que significa que la asignación de diputados/as por Grupo sufrirá algunas alteraciones finales.
Los datos muestran una importante pérdida de votos y escaños en el conjunto de fuerzas de derecha, que pasa del 54,04% al 45,68%, y de 414 a 343 eurodiputados/as. La izquierda pasa de un 37,6% en las elecciones de 2009 a un 39,51% en las del 2014, y de 288 a 298 eurodiputados, aunque conviene destacar que el incremento porcentual y de eurodiputados lo aporta en exclusiva el GUE/NGL.
Es decir, si el único elemento significativo de análisis fuera el desplazamiento de votos en el eje izquierda-derecha el resultado debería leerse en términos de una importante continuidad. La derecha habría conseguido mayorías absolutas en 4 estados miembros: Polonia (70,8%), Letonia (68%), Luxemburgo (52,3%) y Hungría (51,4%). Además, la derecha está o sigue en cabeza en otros trece países. En el resto de estados miembros, continúan a la cabeza los partidos de izquierda que habrían desplazado a la derecha como opción preferida por el electorado en 7 estados miembros: Italia, Portugal, Malta, Lituania, Suecia, Rumanía y Eslovaquia.
Pero el eje probablemente más significativo en estas elecciones es el que se refiere al eje dentro-fuera del sistema, en su relación con la Unión Europea. En lo referente al eje dentro-fuera del sistema, los enunciados compartidos[3] hacen de la desafección a la política tradicional y la crítica específica a las élites un punto de encuentro de varias y antagónicas tradiciones políticas. Respecto a la relación con la Unión Europea, las fuerzas de derecha y extrema derecha vinculadas con este clivaje se han posicionado contundentemente contra la Unión Europea, demandando de manera expresa la salida de su país del proceso de integración o reformas que harían irreconocible el actual edificio comunitario. Las fuerzas de izquierda que se han situado en este eje aun haciendo una crítica intensa del actual proceso de integración, han preferido realizar un discurso matizadamente europeísta y pro-integración.
La extrema derecha ha obtenido representación en 13 países de la UE, consiguiendo en tres de ellos más del 20% de los sufragios, esto es, en Reino Unido, Dinamarca y Francia. Ha obtenido también más del 10% en otros cinco estados: Austria, Hungría, Holanda, Finlandia y Polonia.
Los partidos de izquierda que podrían referenciarse en este eje dentro-fuera han conseguido representación en 10 países. Aunque en el cómputo total tanto de diputados como de votos habría que decir que éste es un espacio donde hoy por hoy, la derecha vence claramente a la izquierda.
Esta realidad abona la idea de que la representación del descontento y de la desafección sólo puede interpretarse en clave estatal-nacional. Es decir, el modo en el que se ha politizado en cada país el descontento y el discurso anti-élites es el que nos permite explicar y entender las fuerzas que han emergido alrededor de este eje de representación.
En segundo lugar, conviene también recordar que la desafección, el descontento y la ira contra el establishment o la “casta” no es, aún, política. La representación de ese espacio requiere y precisa de un contexto de socialización que le ofrezca enunciados explicativos y marcos conceptuales, cognitivos y emocionales de referencia. En este punto, conviene no olvidar que el subtexto de todas estas mediaciones sigue residiendo en el eje izquierda-derecha, pues este eje conserva una potentísima capacidad de integración y de sentido para otras fracturas políticas emergentes. Considerando la abstención existente en este proceso electoral, es importante no olvidar este dato.
En tercer lugar, se ha dado en estas elecciones una situación que ha favorecido la ubicación central de la UE en las cuestiones sobre las que se articula el eje dentro-fuera del sistema.
Los datos del eurobarómetro standard nº 80[4] (de finales de 2013) ya ponían de manifiesto que la UE había pasado de ser una solución a convertirse en un problema. Los niveles de desafección eran desconocidos, y expresaban hasta qué punto la UE era señalada como responsable por las políticas de austeridad y por el impacto de las mismas en algunas poblaciones.
Según los datos de este eurobarómetro, la UE estaría pasando por su peor momento en términos de apreciación por parte de la ciudadanía europea. La imagen de la UE se ha deteriorado en más de 23 puntos desde el año 2001. En la actualidad, sólo un 31% de los encuestados dice tener una imagen positiva de la UE, frente a un 39% que la tiene neutra y un 28% que la tiene negativa. La distancia entre la imagen positiva y negativa, que en 2001 era de 37 puntos a favor de la positiva, hoy es de sólo 3 puntos. Un 66% de la ciudadanía de la UE considera que su voz no cuenta para nada en los asuntos comunitarios, y este indicador, al igual que otros, pone de relieve la aparición y consolidación de una fractura Norte-Sur que hasta ahora no existía, no al menos con semejante intensidad. A la pregunta de si se sienten o no ciudadanos de la UE, un 59% contesta que sí en términos agregados, frente a un 40% que niega sentirse ciudadano de la UE. Pero estos indicadores son radicalmente distintos siguiendo esta fractura Norte-Sur: en Alemania, 73% responden “sí”, frente a un 26% de respuestas negativas ; en cambio en Grecia, 58% responden “no” frente a un 42% que sí se consideran ciudadanos de la UE.
Los resultados de las elecciones ponen de manifiesto la existencia de esta fractura y una división en la representación con resultados imprevisibles. Los resultados de las fuerzas agrupadas en torno al GUE/NGL han sido buenos en Grecia, Portugal, Irlanda y España, es decir en aquellos países obligados a realizar enormes sacrificios con altos costes sociales en función de las exigencias de la UE.  En los países del Norte con una situación económica relativamente saneada y con bajas tasas de desempleo, como Dinamarca, Austria, Finlandia, Holanda o Suecia, los resultados de la extrema derecha han sido muy altos y los temas de la agenda en esta campaña han gravitado alrededor de la inmigración, la identidad nacional y la soberanía. El caso de Francia se explica si consideramos su situación interna: un importante desgaste del Partido Socialista y, especialmente, del Presidente Hollande y una derecha que venía del fracaso de la experiencia de Sarkozy. El FN ha conseguido galvanizar el descontento y dominar la agenda política alrededor de la “responsabilidad del sistema” en la situación de crisis; el papel central de la UE en ese sistema y los efectos de la “globalización neoliberal”.
Los datos demoscópicos y de las encuestas parecen apuntar hacia la consolidación de un espacio de representación política que expresaría el “egoísmo del bienestar” en los países ricos, frente a la demanda de “una Europa social” en los países del sur. Es un legado muy amenazador para la vida del proceso de integración europea y la resultante de una enorme inconsciencia en el liderazgo de la UE en relación con la crisis económica.
Por último, podemos afirmar que se ha producido una politización indiscutible del proceso de integración. Este proceso, que comenzó en los países del Centro y Este de Europa después de la Gran Ampliación (2004) ha llegado ya al corazón de los viejos países europeos, de aquellos que construyeron la Unión que hoy conocemos. A partir de este momento tres ejes de diferenciación articularán el conflicto político al interior de nuestros países: el eje izquierda-derecha; el eje dentro-fuera del sistema; el eje UE sí-UE no. En algunos países, como España, a estos ejes habrá que sumar un cuarto: el eje centro-periferia. Puede parecer un contexto de incertidumbre, pero conviene que pensemos la política dentro de estos esquemas interpretativos en los próximos tiempos.

2. Y en España, ¿qué ha pasado?

A mi juicio los dos datos más relevantes de las pasadas elecciones son, por un lado, la crisis del bipartidismo, y por el otro, el proceso de recomposición política en el espacio de la izquierda.
El dato más contundente y relevante de estas pasadas elecciones es el golpe electoral que el bipartidismo ha recibido en nuestro país. Ambos partidos han perdido más de 30 puntos porcentuales y más de 5 millones de votos, lo que supone una sangría histórica y sin precedentes. El resultado ha ido mucho más allá de lo que cabía presumir. Las encuestas ofrecieron expectativas que prácticamente en ningún caso bajaban del 60% de los votos entre las dos principales fuerzas políticas en España. Así, la sorpresa fue mayúscula y el impacto significativo.
Por otro lado, la abdicación del Rey Juan Carlos ha venido a incrementar esa sensación de fin de ciclo o de crisis institucional que hemos vivido desde el fin de las elecciones.
Viendo la respuesta de algunos de los principales medios de comunicación, todo indica que se aprestarían a intentar reconducir la situación combinando dos discursos: los riesgos de la situación actual, y la conveniencia de acometer reformas que refuercen el pacto constitucional y aíslen a las fuerzas con mayor potencial disruptivo.
De todos modos, en términos políticos e institucionales, conviene recordar que el bipartidismo es mucho más que el resultado de una suma de votos en procesos electorales competitivos; más incluso que la coincidencia regular de ambas familias políticas en las cuestiones más significativas de la agenda política.
Es también una manera de entender la gobernabilidad de un país; de comprender los límites de la política marcando una diferencia entre lo posible y lo utópico; es un modo de pensar las instituciones y lo que es o no admisible; es un conjunto de recursos comunicacionales, institucionales, económicos, al servicio del mantenimiento de un escenario excluyente y monista en términos políticos.
Visto así conviene advertir que el resultado de las elecciones del pasado 25 de mayo ha sido un duro golpe electoral al bipartidismo y una impugnación de la cultura política que lo alienta y lo sustenta. Pero el resto de aspectos que hemos mencionado no han desaparecido, y por lo tanto, parece prematuro dar por finalizado este momento de nuestra historia política.
Otros dos aspectos relevantes que resaltan de los datos hacen referencia a que, por primera vez, en nuestra historia electoral, la suma de votos de las fuerzas de izquierda no socialdemocráta se acercan a los resultados del PSOE de un modo cercano al empate estratégico. Es una situación inédita, que se suma al segundo factor novedoso y sorprendente: la irrupción de Podemos y la reconfiguración del espacio político en el seno de la izquierda alternativa.
La combinación de estos dos aspectos ofrece un escenario de recomposición en el seno de la izquierda cuyos ejes articularán tanto una agenda de radicalidad democrática e impugnación del sistema político, como unos discursos y discusiones de carácter programático que en el corto plazo, aparecen claramente subordinados al primer aspecto.
La irrupción de Podemos habla con claridad del legado del 15M, de su capacidad de enunciación y de construcción de sentido común. El movimiento de los indignados había creado una ventana de oportunidades que no se subordinaba sin más a la lógica izquierda-derecha, y que reclamaba una diferenciación de la política tradicional que IU no estaba en condiciones de representar.
Habrá que observar el efecto que esta recomposición de la izquierda tiene sobre la movilización social misma. En términos comparados no siempre la aparición de una representación política de los movimientos sociales se ha compadecido con el mantenimiento de la protesta y de la resistencia social.
Aún es pronto para saber si Podemos superará el proceso de institucionalización que la situación le exige. Sus fundadores/as han generado una dinámica muy exigente en términos de procedimientos democráticos, transparentes y de empoderamiento ciudadano que presionará permanentemente sobre la nueva realidad de este partido como actor político.
La conclusión en este punto es que se ha creado un escenario inédito, inestable y con un alto potencial de cambio. Las viejas dinámicas no han desaparecido y no es probable que lo hagan a corto plazo, pero han aparecido nuevas reglas y nuevos jugadores que han introducido elementos novedosos de presión sobre el conjunto del sistema. Ahora viviremos la capacidad de éste para digerir la nueva situación y espantar o gestionar los riesgos y las oportunidades.
Hay una importante crisis de legitimidad de la política tradicional que no es, a mi juicio, una crisis de legitimidad del sistema mismo. Pero es una situación que puede evolucionar rápidamente en varias direcciones y una que no conviene excluir es una crisis política del conjunto del sistema.





[1] Ver El País (edición nacional) de 10 de junio de 2014, los artículos de Ana Palacio, “Mensajes del 25 de mayo” y de Diego López Garrido, “Europa social contra eurofobia”.
[2] Los datos que aparecen en este artículo han sido elaborados a partir de los disponibles en la base de datos de estas elecciones al Parlamento Europeo: http://www.resultats-elections2014.eu/fr/election-results-2014.html
Y de la Fundación Robert Schumann:
 http://elections-europeennes.robert-schuman.eu/
[3] En este espacio dentro-fuera se ubican fuerzas tan diferentes como el Frente Naciona, El Movimiento 5 Estrellas o Podemos.
[4] http://ec.europa.eu/public_opinion/archives/eb/eb80/eb80_en.htm

sábado, 10 de mayo de 2014


Publicado en THE ECONOMY JOURNAL.COM el 6 de mayo de 2014

¿Realmente sirve para algo el Parlamento Europeo?
06/05/2014 06:19
Pedro Chaves
Pedro Chaves Giraldo. Miembro de Econonuestra y profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid

Los mitos urbanos sobre el Parlamento Europeo son tan numerosos o más que sobre la vida de otras instituciones representativas. Su lejanía y las dudas sobre su utilidad le han mantenido alejado del foco de las críticas más acervas contra la profesionalización de la política, pero tampoco ha escapado de las mismas.
"El Parlamento Europeo forma parte de una estructura institucional anómala en las democracias representativas"
Y una buena parte de esas críticas son más que razonables y justas.

De hecho, hasta ahora, la mayoría de los grandes partidos han utilizado el Parlamento Europeo como lugar en el que “retirar” a sus activos políticos gastados o jubilables, ofreciéndoles un lugar cómodo y tranquilo, bien remunerado y alejado de los molestos focos de la opinión pública y, a veces, hasta del trabajo mismo.

Y sin embargo el Parlamento Europeo es un instrumento esencial en una estrategia de cambio político en Europa. Con todas sus limitaciones, el Parlamento es la única institución que goza de la legitimidad popular y, por ello, puede convertirse en una poderosa caja de resonancia de la movilización y resistencia social contras las políticas austericidas y contra la gestión oligárquica de la crisis.

Y eso es así, sobre todo, porque lo nuevo de esta crisis es que ha colocado en el centro del conflicto la legitimidad del proceso de integración europea. Es decir, su utilidad, su estructura decisional, sus perspectivas. La crisis ha traído de la mano una politización inesperada -por su velocidad- del proceso de integración. Y ha hecho real el debate sobre alternativas a la situación actual. Mientras que los especialistas discutían sobre la conveniencia de la politización del proceso de integración, dando por hecho que se trataba de una opción entre algunas más, ésta se ha colado por la puerta grande sin preguntar a los que dicen que saben.

El Parlamento Europeo forma parte de una estructura institucional anómala en las democracias representativas. Frente a la división de poderes tradicional la Unión Europea está dividida en dos ramas que dibujan un cuadrado institucional: la rama ejecutiva formada por la Comisión Europea y el Consejo Europeo y la rama legislativa por el Parlamento y el Consejo aun cuando, la Comisión es la que dispone de la iniciativa legislativa. Como vemos una articulación compleja que hace que el proceso de toma de decisiones sea largo, complicado y escasamente comprensible.

Es común decir que el Parlamento Europeo ha sido la institución que más poder ha ganado desde Maastricht, pasando de ser una “institución florero” a ejercer capacidades de codecisión y bloqueo.

Y aunque sigue siendo una institución disminuida en sus capacidades de control y de iniciativa, las reformas de Niza y Lisboa han mejorado el margen de maniobra que permitiría hacer más visible la labor política realizada o por realizar en el Parlamento Europeo. A través de los mecanismos del proceso legislativo ordinario; el dictamen conforme o el dictamen obligatorio conforme el Parlamento puede mejorar su papel como actor político en la discusión sobre el futuro del proceso de integración. Y, especialmente, el debate que se suscitará alrededor de la elección del Presidente/a de la Comisión permitirá generar una auténtica controversia política alrededor de los diferentes modelos y proyectos sobre los que pensar el futuro de la Unión.

"Es relevante saber que las dinámicas de votación en el Parlamento Europeo reflejan, precisamente, esa lógica de articulación del conflicto político que se observa, también en nuestras democracias nacionales"
Cosas que el Parlamento Europeo podría hacer

Habría que decir que el entramado institucional produce y reproduce el déficit democrático crónico que padece la construcción europea desde sus orígenes. Y que ninguna reforma parcial o menor logrará reducir esa brecha democrática que cuestiona permanentemente la legitimidad de las decisiones tomadas por las instituciones europeas.

Así es que la refundación democrática de la UE es una exigencia en los tiempos de desconfianza y crisis de legitimidad. No obstante se pueden acometer reformas parciales que, al menos, minimicen el daño y orienten la perspectiva de un cambio sistémico. Por ejemplo, atribuir competencias legislativas al Parlamento o incorporar la Unión Económica y Monetaria a las capacidades de control parlamentario. O exigir un procedimiento único en toda Europa de participación estatal en los Consejos de modo que se asegure que los parlamentos nacionales conocen lo que van a hacer sus gobiernos en la UE. O bien, crear un encuentro interparlamentario regular entre los parlamentarios nacionales y los parlamentarios europeos, de modo que pueda discutirse sobre iniciativas legislativas etc.

Además de eso, es posible usar algunos de los instrumentos que el Tratado de Lisboa ha habilitado para dar visibilidad tanto a la resistencia como a la propuesta.

Entre ellas la Iniciativa Ciudadana Europea, una invitación para que la Comisión Europea proponga un texto legislativo en alguno de los ámbitos de competencia de la UE. Las iniciativas ciudadanas deben recibir el apoyo de, al menos, un millón de ciudadanos de siete de los veintiocho Estados miembros de la UE, alcanzando un número mínimo de firmantes en cada uno de ellos. A fecha de hoy una ICE sobre el agua y su condición de bien público ha conseguido el número de firmas suficientes para continuar el procedimiento.

Huelga insistir en las limitaciones de este procedimiento y afirmar que está muy lejos de significar ningún salto de calidad en la participación ciudadana en la construcción europea. Dicho lo cual y en este contexto de crisis de legitimidad, esta posibilidad puede contribuir tanto a hacer visible el rechazo como las alternativas. Y debe ser considerado con toda seriedad.

Resulta relevante conocer que las dinámicas de votación en el Parlamento Europeo reflejan, precisamente, esa lógica de articulación del conflicto político que se observa, también en nuestras democracias nacionales.
La coalición más significativa, populares y socialistas

Un estudio de la dinámica parlamentaria en los últimos diez años nos dice de las oportunidades que surgen en la nueva legislatura: la coalición de acuerdo en votaciones más importantes en el PE es la que se ha dado entre el GUE (el grupo de la Izquierda Alternativa) y los Verdes, un 79,3% de las veces. Y el acuerdo entre el GUE y el grupo socialista: un 72% de las veces. Hay que señalar que los socialistas y los populares han votado juntos un 64,5% de las ocasiones. Bien es verdad que en las cuestiones sustanciales (economía, finanzas etc.) la coalición más significativa es la que comparten populares y socialistas. No es extraño, ambas familias han sido las impulsoras y protagonistas de este proceso de integración y, particularmente, desde Maastricht, las que han defendido con mayor ahínco las lógicas de privatización y desregulación impulsadas y promovidas desde la Comisión Europea con el objetivo de propiciar la creación de un mercado único.

Por otra parte la irrupción en varios países de partidos claramente xenófobos y anti-proceso de integración producirá, sin duda, una nueva agenda política y hará mucho más visible el conflicto respecto a cuestiones esenciales de la vida política en la UE.

Esto significa que en la próxima legislatura el Parlamento será novedosa y, en muchos aspectos, imprevisible.La crisis ha hecho visible que la construcción europea es un juego en el que unos ganan y otros pierden. Y las lógicas económicas puestas en marcha desde Maastricht y acentuadas en la gestión de la crisis implican un deterioro de las condiciones de vida para la mayoría insoportables, especialmente, pero no solo, en los países del sur o de la periferia económica de la UEM, entre ellos España.

Estas elecciones y el futuro Parlamento Europeo pueden y deben jugar un papel muy importante como institución que hace visible la resistencia y la propuesta. Esta vez, discutir de Europa es una necesidad.

#Pedro Chaves Giraldo. Profesor de ciencia política en la Universidad Carlos III de Madrid, Investigador especializado en temas europeos y de participación. Ex director de la Fundación por la Europa de los Ciudadanos. Investigador principal en el proyecto de elaboración del Plan Estratégico sobre Agenda 21 y Participación del Consell de Mallorca (2008-2011); y coinvestigador en el Plan Director de Participación del Ayuntamiento de Getafe (2006-2011). Investigador en el Grupo de Investigación sobre Cultura de la Legalidad (2008-2012) y en la actualidad en el Grupo sobre gestión de la crisis en
municipios: perspectivas europeas comparadas.