martes, 20 de diciembre de 2011

Se les entiende todo

Leído el discurso del futuro Presidente en el debate de investidura, se nos anuncian los contenidos y las formas de lo que van a ser estos cuatro años por venir. En lo que hace a la dirección política del gobierno, un estilo "soft" combinado con una presentación de las políticas públicas con la apariencia de un "saber escuchar" que genera un efecto de dulcificación sobre los contenidos de las mismas. Convendría, sin embargo, recordar que la acumulación de poder del PP le permite expresarse en varios registros diferentes: el rostro duro y agresivo del PP de Castilla la Mancha, Madrid o Baleares con una versión más amable en la dimensión estatal.
Además, parece obvio que el anuncio progresivo de las malas medidas, tiene que ver, también con cálculos electorales. Entre ellos, las próximas elecciones en Andalucía. Podría pasar que un anuncio precipitado y agresivo de recortes entorpeciese la victoria del PP en esta importante comunidad autónoma y enviase el mensaje de resistencia frente a las lógicas de desmantelamiento del estado del bienestar. Sin embargo, esta secuenciación ofrecería más garantías para acometer ese desafío con mejores garantías. En caso de confirmarse, entonces, otra victoria más del PP, la lectura sería que el país da un cheque en blanco al PP para que acometa las políticas de recortes sin más límites que su buen sentido.
Pero del discurso y el debate se deducen con meridiana claridad las líneas maestras de la acción de gobierno en lo inmediato.
Los tres ejes que vertebrarán el gobierno del PP serán: la reducción de gasto en 16.500 millones de euros, que son la guinda de una Ley de Estabilidad Presupuestaria que daría continuidad a la reforma constitucional del pasado verano. En segundo lugar, culminar el proceso de saneamiento del sector financiero, esto es, el estado al servicio de limpiar de mugre los estados contables de los bancos, incrementando, de este modo el déficit y presionando, aún más, para ulteriores reducciones de gasto público.
En tercer lugar, reformas estructurales bajo el dominio de la flexibilidad y competitividad de nuestra economía. En este rubro la estrella será la futura reforma laboral que, por lo leído, seguirá la estela de lo ya anticipado por la patronal: eliminación de la causalidad en los contratos; terminar con la dualidad del mercado laboral, precarizando todas las modalidades de contratación; generar un marco de excepciones y límites que permita a las empresas excluirse de los convenios colectivos y, con ello, reducir al mínimo la capacidad negociadora de los sindicatos; y quedará para más adelante reducciones de salario en el sector privado bajo la excusa de la competitividad. En este punto, sí hay algunas concreciones relativas a la disminución de la fiscalidad para las empresas. El asunto de los puentes y festivos, se entenderá ahora, es puro entretenimiento circense.
La lógica de la acción de gobierno será el adelgazamiento por shock del estado del bienestar e incapacitar, estructuralmente, al estado para acometer en un futuro, políticas redistributivas.
Lo peligroso y antidemocrático de la política del PP es su voluntad de crear una situación de facto que haga inviable cualquier posibilidad de apertura a otra situación. Si sus reformas se llevan a cabo con éxito, tendremos dificultades para pensar en políticas públicas con sentido reformista. En este triste legado la contribución del gobierno de Zapatero ha sido encomiable.
En fin, parte de su "prudencia" tiene que ver, también, con una cierta conciencia de que el 15M ha activado resortes de resistencia que pueden recuperarse para una situación como la que se nos avecina.
Es el momento de pensar la política a lo grande y el grupo parlamentario de IU puede, y debe, convertirse en una referencia de encuentro de la pluralidad de izquierdas que quieren resistir a la marcha triunfal de los mercados contra la democracia y las poblaciones. No se ha empezado bien, por razones de contenido y por razones estéticas. Hay tiempo para enmendar. Veremos.

lunes, 1 de agosto de 2011

artículo en Sin Permiso

os adjunto link con artículo aparecido hoy en Sin Permiso

http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4337

saludos

lunes, 27 de junio de 2011

Una salida para IU Extremadura

El pulsómetro de la Cadena Ser de hoy confirma las peores sospechas: IU se desinfla como alternativa por la izquierda a la caída del PSOE. Naturalmente, aún queda mucho partido y lo sustancial sería mirar hacia arriba y comprender que este proyecto -en su actual formato- ha agotado sus posibilidades de representación de la izquierda alternativa en el conjunto del estado. Eso no es ninguna novedad, era la conclusión compartida de la pasada Asamblea y es la certeza que puso en marcha el proceso -fallido y abortado- de refundación. Hoy debe seguir siendo visto como una nueva ventana de oportunidades. Es más que temerario seguir alimentando la idea de que más de lo mismo nos elevará hasta las más altas cumbres electorales. Esa predicción, simplemente, está completamente desenfocada. Sería imprescindible un acto de generosidad política para reinventarse este proyecto y tener oportunidades electorales. No ya como IU, solo, sino dentro de un paraguas de propuestas e iniciativas sociales y políticas que visibilizasen que este proyecto está entendiendo lo que está pasando en la calle. Atrincherados/as en estas siglas no hay salida.
Y esto viene a cuento a propósito de la gestión del conflicto con IU Extremadura. Por mi parte ya he dicho que lo ocurrido allí es un gravísimo error, fruto de circunstancias explicables desde lo propio y desde lo ajeno. Así es que sentada la posición de que sería imprescindible hacer allí otra cosa, lo que tendría aún menos sentido sería entrar en una perspectiva de conflicto creciente con esa organización. Resolver un problema político con tantas aristas a través de una vía punitiva es un error aún mayor que el que van a cometer los compañeros/as extremeños. La perspectiva, desde una consideración pública y mediática, es escalofriante: teniendo en cuenta los procedimientos garantistas en los estatutos de IU, el proceso de expulsión puede durar tres o cuatro meses. Es decir, tres o cuatro meses más con este conflicto aireado en el espacio público. Demoledor.
Mi sugerencia: que la comisión lleve una hoja de ruta con propuestas políticas para presentar en el Parlamento extremeño en los próximos meses. Unas propuestas inequívocamente de izquierdas y comprometidas que pongan de relieve la realidad del "giro al centro" del PP en Extremadura y, también, la voluntad de cambio del PSOE y su compromiso con los más en esa región.
Si ese compromiso es alcanzable se habrá respetado la voluntad de la federación sin contrariar, en exceso, la política federal. Se abrirá la puerta a un escenario diferente, más complejo y menos "utilizable" por los medios afines al PSOE.
Hay que ser conscientes de que se está en una lógica de minimización de consecuencias y que no hay una buena salida. Pero, desde luego, hay salidas claramente malas y muy malas.

martes, 21 de junio de 2011

Una muy mala decisión de IU en Extremadura

Lo ocurrido en Extremadura, tiene pinta de convertirse en un golpe mortal para la ya muy maltrecha credibilidad de IU. Me parece de rigor mencionar la indignidad de unos medios de comunicación, cómplices con el PSOE, que han callado o minorizado todas sus tropelías, incluidas en estas, los numerosos pactos parlamentarios con todas las derechas, o el gobierno, en Navarra por ejemplo, con lo peor de la carcundia ibérica. Pero en política, estas verdades son reivindicables, pero insuficientes. Ignoro porque, una parte de la sociedad civil de izquierdas, ignora las consecuencias de sus actos para el propio sistema de partidos. La abstención en Extremadura no es discutible por sí misma, en abstracto. Es cuestionable por que abre el camino al gobierno del PP y plantea dudas en una parte sustancial y mayoritaria del electorado de IU sobre la utilidad real del voto.
En la explicación hay algunos elementos a considerar. No es uno menor, conocer que el conflicto con el PSOE ha formado parte de las cesuras que han castigado la vida interna de esta organización desde sus orígenes. No hay nada nuevo. Pero es verdad que en los últimos años de la coordinación de Gaspar Llamazares se usó este tema como un mecanismo de desgaste interno que consolidó un estado de opinión y una lógica política: el PSOE y el PP son lo mismo. Ahora, ese diablo suelto se cobra su tributo contra, incluso, los que lo animaron y alentaron. Este es un asunto propio de la vida de las organizaciones que ni siquiera tiene porque importa a la sociedad, pero sin estos temas las cosas son, simplemente incomprensibles.
Los otros asuntos concernidos, y de más enjundia, hacen referencia a la percepción que el electorado de IU tiene del PSOE. Por resumir, la gente que vota IU quiere que se castigue al PSOE, sin generar ventajas excesivas para el PP. Y otorgarle la Presidencia de la Junta de Extremadura es una de esas ventajas excesivas.
IU incrementa, así, su gap respecto a su base social de apoyo y esto sí es una situación grave.
Hubiera sido mucho más razonable abrir la consulta a la sociedad civil de izquierdas para que decidieran sobre un asunto de tanta relevancia aquellos/as que, en realidad, están empoderados para tomar tal decisión. Se argumentará que entonces votaría mucha gente del PSOE ¿y? También podría hacerlo mucha gente del PP, ¿no? ¿Y sería menos legítima una decisión tomada, digamos por 10 mil personas o más, que una tomada por apenas mil militantes?
Ahora la cuestión es gestionar este despropósito sabiendo que cualquier decisión es mala. Pero la peor, sería recurrir a sanciones o amenazas. Ahora toca hacer pedagogía y acompañar a la organización para que procese y madure su estrategia. Se me hace inimaginable una moción de censura en el corto plazo, eso sería un fiasco y una estafa. Pero el Parlamento tiene que decidir sobre una enorme cantidad de cosas significativas e IU puede demostrar en este proceso la honestidad de su decisión y el PSOE su voluntad de enmienda. Veremos

martes, 17 de mayo de 2011

Indignados, no resignados y politícamente activos

Las manifestaciones de ayer en España, convocaron a decenas de mils de personas, la inmensa mayoría de ellas, jóvenes. La media de edad de las movilizaciones daba cuenta de que los y las que ocupaban las calles eran gentes que no cumplían los 30, que hacían ver su condición de generación precaria y harta de que les ofrezcan un futuro sin futuro.

Sorprendía, también, la madurez de las reivindicaciones. Quedaban claramente señalados los problemas y sus responsables, la crisis como tema central y las consecuencias de la misma para toda la sociedad como denuncia. Era una manifestación de gentes que sabían a qué habían ido, que querían visibilizar su malestar y que seleccionaban bien los adversarios. La banca, el sistema financiero y los grandes poderes económicos como principal enemigo y responsables, todos, de la situación a la que hemos llegado. Y los políticos, pero no todos, como cómplices imprescindibles de este atropello. No hay excusas frente a la cobardía de los que se han plegado, sumisos, frente a las exigencias de los poderes económicos. Y menos aún, indulgencia frente a aquellos que, además, amparan y defienden lo ocurrido. Para saber el cinismo que se gastan los mamporreros a sueldo del poder, nada como ver Inside Job y contemplar, con asombro, las respuestas insultantes de profesores universitarios, asesores de todo tipo y dirigentes empresariales antes las evidencias sobre su comportamiento conscientemente delictivo. Pero no todos los políticos son igual de responsables. Los comunicados oficiales, la convocatoria de la acción colectiva y las propias consignas de los manifestantes diferenciaban entre aquellos que habían tomado decisiones y aquellos que se habían resistido a las mismas. Los y las manifestantes señalaban claramente al PSOE, PP, CiU, PNV y Coalición Canaria como actores imprescindibles en el saqueo de recursos públicos y en el empeoramiento subsiguiente de la mayoría de la población.

La juventud mejor formada de nuestro país, aquella con niveles de capacitación envidiables y una voluntad real de ser útiles a la sociedad, se encuentra sin futuro y sin perspectivas gracias a la satrapía de un modelo económico al servicio de los ricos, sin más. Y a los que exime de pagar por sus desmedidas ambiciones y los desastres que generan.

Por primera vez en la historia de nuestro país, pero también en la historia moderna de algunos países del primer mundo, la generación actúal vivirá peor que sus padres. Lo acaba de decir el Fondo Monetario Internacional después de alabar la política del gobierno de Zapatero.Es un dato estremecedor.

El dato esperanzador es que, frente al mito de la juventud despolitizada, emerge un nivel de consciencia y contestación desconocido hasta ahora y con una vocación política muy evidente.

En relación con los actores significativos concernidos por los temas de la movilización y por la movilización misma, destaca la ausencia de los sindicatos mayoritarios. Es una triste evidencia, debo decir, y un exceso de vista o un exceso de miopía. Podría ser un exceso de vista considerando, a priori, que la fragilidad de las redes que convocaban las manifestaciones, no hacían fácil vaticinar un éxito de las mismas, o, cuando más, la presencia de la extreme gauche de costumbre. Se equivocaron, subvaloran repetidamente el malestar social difuso que la situación está creando. Precisamente, ellos podrían seguir siendo agentes de politización. Lo han sido en determinados momentos y en los últimos meses, han renunciado a ese papel de representación política a favor de una gestión de intereses corporativos. Argumentan que no es a ellos a los que corresponde ese rol representativo en un sistema democrático, pero aquí también se equivocan. Los viejos moldes de la representación política han saltado por los aires hace tiempo y los actores que hoy representan, de algun manera, el pensamiento y la cultura de izquierda crítica, deberían pensarse como espacios de referencia para la sociedad civil, para la mayoría de la sociedad. Por otra parte, lo que está ocurriendo no puede ser interpretado en clave de conflicto "sindical". Ya no lo es. No están en juego solo -con ser esto muy importante- conquistas sociales o laborales. Está en cuestión un modelo social de integración y un modelo político de participación democrática. El nivel de concentración de riqueza al que estamos llegando hace bueno esa reflexión de un Juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos que decía: "podemos tener democracia o concentración de la riqueza, pero no podemos tener las dos cosas al mismo tiempo".

Por eso, que organizaciones sindicales no estuvieran ayer en estas movilizaciones es una mala noticia. Se corre el riesgo de que los sindicatos mayoritarios alcancen niveles de deslegitimación similares a los que ya tienen los partidos políticos. Y eso sería un desastre para la izquierda social y política de este país. Es muy importante ayudar a recomponer los puentes con estos sectores sociales que no pueden sentirse abandonados, bajo ningún punto de vista, por los sindicatos mayoritarios.

La segunda cuestión, esta en términos más sustantivos, hace referencia a la necesidad de reflexionar sobre un modelo y un sistema que condena a una generación -de momento a una- y la propone, únicamente, un escenario de abandono y caridad. Una generación con niveles de formación espectaculares que asiste, atónita, a una situación en la que observan como el 27% del PIB de sus países y de la Unión Europea se gasta en salvar a los responsables de la mayor crisis económica de nuestra historia y que este atraco a las arcas públicas se hace con la complicidad de una parte importante de la clase política. El resultado de este latrocinio, son además, recortes significativos en el estado del bienestar y, sobre todo, en la capacidad de los estados democráticos para acometer políticas públicas que promuevan el bienestar y la inclusión de toda la sociedad.

Pues bien, las manifestaciones de ayer vienen a mostrar que hay una parte importantísima de esta sociedad que quiere decir "basta" a este estado de cosas. El malestar difuso existente hasta ahora se expresaba en forma de rechazo genérico a la política y a los políticos, puede ser que a partir de ahora conozcamos una desafección más selectiva y, sobre todo, una voluntad de recomponer la representación política que altere, significativamente, el panorama de los sistemas de partidos que hasta ahora conocemos. Véase lo ocurrido en la década de los noventa en América Latina y sus consecuencias.

Pero, de momento, avengámonos a felicitar a una generación que ha salido de la resignación y reclama, desde la dignidad, un espacio social y político. Es verdad que ayer había muchas voces y que algunas de las que se dejaron oir, no suscitaban, precisamente, la simpatía, pero, sin hacer un ejercicio de indulgencia, que no toca, convendría anotar que demandar a la sociedad que denuncia que, además, lo haga con la complejidad de matices y la inteligencia que los mayores no tienen siquiera para protestar es un poco excesivo.

Pero admitamos que existe un riesgo real de que el malestar se convierta en una puerta abierta a una impugnación anómica de los sistemas democráticos. O que, por la vía de denunciar la insuficiencia de la representación política, se cuele el tumor de la crítica autoritaria a los modelos democráticos. Pero para que eso no pase, queda el empeño de acompañar este itinerario de denuncia y protesta y contribuir, desde la experiencia, a que la politización que se produzca ofrezca alternativas que promuevan la inclusión política y una reformulación de la representación política y de las instituciones que la ejemplifican (partidos políticos, parlamentos etc..).

Por otra parte, la protesta de ayer pone de manifiesto que el conflicto no se ubica solamente en el eje de la distribución. No es un conflicto por "el reparto del pastel", es una denuncia sobre el modo en que se hace el pastel, por los recursos que se usan y también por el reparto del mismo. Es una impugnación global del sistema. Es importante para la izquierda alternativa entender esta dimensión global y compleja del mismo en la perspectiva de incrementar sus posibilidades de representación política de estos sectores.

Por último, pero no menos importante, las movilizaciones de ayer golpean el núcleo duro de la dimensión político-cultural del pensamiento dominante: no hay nada más que se pueda hacer. A esta formulación política de la resignación (ya defendida por M. Tatcher) se le añade esta "naturalización" de la crisis, según la cual lo que nos ocurre tendría parecidas causas a las de un Tsunami o un terremoto: cosas que pasan.

Los lemas y las misma convocatoria de ayer se sacuden esta espantajo de "lo normal" y proponen una lectura claramente política de lo que ocurre. Una perspectiva politizada y comprometida. Es un escenario claramente contrahegemónico desde el que poder levantar propuestas alternativas.

Ayer fue un día feliz. Un día para pensar que hay esperanzas, no solo para la resistencia, también para el cambio.

jueves, 31 de marzo de 2011

Dramas en Libia

La velocidad con la que se suceden los acontecimientos ha eclipsado el drama nipón, por los dramas libios y ahora, por lo que pueda pasar en Siria. Por cierto que han quedado orilladas al interior de los periódicos y a los minuto basura de los informativos las noticias sobre la crisis económica.
Pero Libia ha pasado a ser considerado como un ejemplo de una nueva lógica multilateral que sustituiría al unilateralismo belicoso de la era Bush. Se argumenta a favor de esta tesis la condición legal de la intervención frente a lo sucedido en Irak. Pero los neocons estadounidenses (y también los españoles por cierto) ya se han apresurado a plantear que la cuestión no era la formalidad legal si no el fondo de la cuestión y que, desde este punto de vista, Libia e Irak son la misma cosa. No hay que dar por bueno, necesariamente, ese argumento viniendo de quien viene, pero tampoco hay que rechazar su carácter probatorio respecto a los verdaderos fines de la guerra. Soy de los que no desprecian que esta decisión se haya tomado con el beneplácito de Naciones Unidas. Eso hace la interveción legal en derecho internacional. Eso sí, siempre que se atenga a los contenidos y objetivos expresados en la misma. Pero reconocer su carácter legal no significa, necesariamente, estar de acuerdo con ella, en primer lugar. Una opción ineludible ahora es contrastarla con la realidad, al menos tal y como la conocemos.
En primer lugar, merecería un análisis un poco mejor documentado la interpretación de lo que realmente estaba ocurriendo en Libia. Son evidentes las similitudes pero llaman mucho más la atención las diferencias. Y digo "estaba ocurriendo", porque ahora estamos ante un conflicto que entra más dentro de la definición canónica de gerra civil que la de insurrección popular. De hecho, la población civil huye de la guerra. Y huye de los dos bandos. Sé que es imposible estar del lado de un dictador y sátrapa como Gadaffi, no necesito perder el tiempo en esto. Pero el mundo post1989 quebró la lógica de bloques y la lectura de conflictos en términos de: "conmigo o contra mí". Hoy podemos estar simultáneamente contra unos y contra otros. Entre otras razones y, en el caso Libio se demuestra palmariamente, porque la condición autoritaria de uno de los actores es evidente, pero no es nada obvia la condición democrática del otro actor en curso. Y mucho menos aún su capacidad de representación de las legítimas aspiraciones de paz y democracia del pueblo libio.
En segundo lugar, la resolución 173 se ha publicitado como un intento por proteger a la población civil de los riesgos ciertos de ser atacada por el presidente libio Muammar el Gadaffi. Dando por buena tanta la condición genocida del excéntrico coronel como su voluntad de exterminio, cabían dudas respecto a la adecuación de medios y fines. "Hacer algo y hacerlo rápido" no implica necesariamente crear una zona de exclusión aérea o acciones militares. Es evidente, además, que esta zona de exclusión ha sido acompañada de acciones militares aliadas que han tratado de asegurar la primacia aérea de los aliados e impedir, así, el uso de una ventaja estratégica por parte del señor Gadaffi. Con inusitada rapidez esa zona de exclusión y las acciones militares asociadas, se ha convertido en una acción de guerra destinada a garantizar la victoria de las fuerzas que se confrontan con Gadaffi y derribar a éste. A diferencia de Tunez o Egipto, donde se han buscado salidas más o menos honorables para los sátrapas, en este caso, se ha cercenado cualquier opción de buscar un acuerdo empujando a Gadaffi y los suyos a una lógica de resistencia o victoria, que no promete nada bueno para la población que se dice querer proteger.
Pero conocemos ahora, no solo lo que era previsible, esto es, que las acciones de guerra de los aliados no han causado bajas solamente entre las tropas y mercenarios (sic) al servicio de Gadaffi, también entre la población civil, según ha hecho saber El Vaticano ante el silencio de los medios de comunicación internacionales. Por último, ya es público el deseo de expulsar al dictador del poder, yendo mucho más allá de la resolución de Naciones Unidas y también, las opciones de armar a las tropas rebeldes, así como poner a la CIA al servicio de los insurgentes.
Esto no es ya una acción con fines humanitarios. Y la gente bienintencionada, especialmente en la izquierda, que creyó ver en la intervención tanto una respuesta legítima frente a un riesgo cierto de agresión a población indefensa, como el alba de un nuevo amanecer en las relaciones internacionales, debería responder con sinceridad qué piensan ahora, porque la situación les interpela directamente.
Es obvio que en Libia se juega una partida estratégica con varios actores e intereses cruzados. La reconfiguración del mapa en esa zona del planeta abre nuevas oportunidades en todos los órdenes y estar al lado, desde primera hora, de las fuerzas ganadoras ofrece ventajas estratégicas que no pueden ser obviadas. Se ha recordado el dato, que no puede desconsiderarse, de que Estados Unidos no tiene una sola de sus petroleras en Libia. Y sí las tienen Francia e Italia. Es una pista. Probablemente, este no haya sido el único motivo para la intervención, es posible incluso que no haya sido el más importante, pero considerar que las acciones militares se han producido ante el dolor creado por los riesgos de muertes en Libia, es, además de poco probable, muy patético.
Que Gadaffi es un dictador y un sátrapa, es cosa conocida, pero es especialmente cosa conocida por los que detentan el poder y sus amigos. Los mismos que ahora le bombardean. NO es nuevo, en cualquier caso. Conmueve comparar la noticia sobre el parte de guerra hoy en Libia que dedica una diversidad de insultantes epítetos a Gadaffi, dignos de un concurso literario, con una notica aparecida en el mismo periódico hace menos de un año y que daba cuenta de la visita a Trípoli del Presidente del gobierno español Rodríguez Zapatero. Les adjunto el link por si quieren jugar al famoso "juego de las diferencias": http://www.elpais.com/articulo/espana/Charla/Rey/Obama/camellos/jaima/Gaddafi/elpepuesp/20100624elpepunac_24/Tes
Así es que a fecha de hoy, Libia vive el drama histórico de ser dirigido por un sátrapa y el nuevo de ser el escenario de una guerra en curso cuyo destino y número de muertos está por ver.
El final de esta partida no está escrito, pero no augura nada nuevo para la población indefensa. A fecha de hoy, es poco probable que las fuerzas rebeldes consigan la victoria militar sin una decisiva ayuda militar aliada. Es igualmente improbable una negociación con una salida política a la situación, dadas las condiciones creadas. En fin, pensando bien, el desenlace previsible se aleja apresuradamente de las buenas intenciones y se acerca a una situación tan violenta como llena de riesgos para la población civil a la que se quería proteger. Me parece obvio a estas alturas que habría que haber intentado intevernir con otros parámetros y estrategias si el objetivo era, realmente, el que se declaraba públicamente. Aunque vamos comprendiendo que, quizás, había, además, otros intereses en juego.
Si las cosas transcurren por el camino previsible a fecha de hoy la expectativa de una nueva era multilateral donde se abrirían, por fin, opciones para el recurso a intervenciones humanitarias sin importar la condición aliada o no del agresor (léase Palestina o el Sahara) parece, cuando menos, poco plausible.
Pensando bien, esto que decimos, pensando mal, cualquier cosa....

jueves, 17 de febrero de 2011

Mentiras del poder: siempre aparecen los mismos

Hablar sobre las mentiras del poder parece un ejercicio banal desde la publicación de los papeles de wikileaks. Estos confirmaron lo que todo el mundo intuia: la razón de estado sigue actuando con el mismo desparpajo que siempre. En los papeles se apreciaba que a esa racionalidad se subordinan todas las demás cuestiones: derechos humanos, democracia etc... nada nuevo, vaya.
Las noticias sobre el uso de la mentira en la disputa política o en la justificación de intereses inconfesables goza de una insultante cotidianeidad. Nada nuevo tampoco. Pero en los últimos tiempos, ese abuso de las lógicas de poder han abonado terreno ya sembrado: la desconfianza hacia lo público; la confirmación de que las instituciones democráticas son, también parte del problema y no de la solución. Así, la normalidad, alimenta la tesis del "sálvese quien pueda", el karma oficial del neoliberalismo doctrinario que nos agota.
Así es que la normalidad trabaja para el enemigo, no lo olvidemos. Y tanta "naturalidad" nos anestesia, despolitiza los intereses y los convierte, a todos, en idénticos e intercambiables. Pesa tanto la mentira del Departamento de Estado sobre la guerra de Irak como la del carnicero de la esquina sobre la calidad de sus productos. A fin de cuentas, todos mentimos.
En estos días han aparecido tres noticias que deberían servirnos para agitar conciencias y manifestar evidencias: la confirmación de que el cuento de las armas de destrucción masiva en Irak era una mentira deliberadamente inventada. La confesión de que el Fondo Monetario Internacional y sus miles de economistas a sueldo fueron incapaces de prever la crisis. Y conocer que el secretario de estado de energía, que hizo el informe con el que el gobierno pretende alargar la vida útil de las centrales nucleares, había realizado un informe para Nuclenor, diciendo lo mismo.
Las tres noticias son diferentes en importancia y consecuencias, pero todas ellas son relevantes, incluida la tercera. Podríamos haber incorporado un cuarto grupo de noticias con "las cosas de Berlusconi", pero la condición esperpéntica de la situación nos aconsejaba dejar, mejor, ese tema por esta vez.
La evidencia pública, en el contexto de la hegemonía neoliberal, de esa colusión permanente de intereses privados y poder, incluidas democracias jóvenes y viejas, alimenta la desafección a la política en general y mina las bases de la confianza en las instituciones públicas. Así, éstas, se ven golpeadas por su inanidad frente a la crisis económica y la evidencia de su complicidad con intereses espúreos, lejos del interés general y el bien común.
El mantenimiento de esta situación agota las energías "republicanas" de la sociedad civil y disminuye la audiencia de discursos de matriz comunitaria. Ser conscientes de esto debería inducirnos a considerar, al menos, dos cosas. La primera, ser beligerantes y críticos con estos usos del poder y hacerlo preservando la condición pública de las instituciones, su necesidad y el respeto por su vocación de servicio al bien común.
En segundo lugar, dar ejemplo de transparencia, de democratización y de saber escuchar allí donde, desde la izquierda, tengamos poder e influencia. Serviría también, esta reflexión, para el ejercicio del poder en organizaciones políticas y sociales, pero eso no toca ahora.
Moralizar el poder, es decir, defender la lógica de que el poder debe hacer aquello para lo que ha sido elegido y convocado, es un ejercicio de repolitización y democratización del espacio público. Y recuperar este espacio es imprescindible para seguir pensando que la izquierda tiene alternativas y posibilidades de defenderlas con credibilidad.