jueves, 31 de marzo de 2011

Dramas en Libia

La velocidad con la que se suceden los acontecimientos ha eclipsado el drama nipón, por los dramas libios y ahora, por lo que pueda pasar en Siria. Por cierto que han quedado orilladas al interior de los periódicos y a los minuto basura de los informativos las noticias sobre la crisis económica.
Pero Libia ha pasado a ser considerado como un ejemplo de una nueva lógica multilateral que sustituiría al unilateralismo belicoso de la era Bush. Se argumenta a favor de esta tesis la condición legal de la intervención frente a lo sucedido en Irak. Pero los neocons estadounidenses (y también los españoles por cierto) ya se han apresurado a plantear que la cuestión no era la formalidad legal si no el fondo de la cuestión y que, desde este punto de vista, Libia e Irak son la misma cosa. No hay que dar por bueno, necesariamente, ese argumento viniendo de quien viene, pero tampoco hay que rechazar su carácter probatorio respecto a los verdaderos fines de la guerra. Soy de los que no desprecian que esta decisión se haya tomado con el beneplácito de Naciones Unidas. Eso hace la interveción legal en derecho internacional. Eso sí, siempre que se atenga a los contenidos y objetivos expresados en la misma. Pero reconocer su carácter legal no significa, necesariamente, estar de acuerdo con ella, en primer lugar. Una opción ineludible ahora es contrastarla con la realidad, al menos tal y como la conocemos.
En primer lugar, merecería un análisis un poco mejor documentado la interpretación de lo que realmente estaba ocurriendo en Libia. Son evidentes las similitudes pero llaman mucho más la atención las diferencias. Y digo "estaba ocurriendo", porque ahora estamos ante un conflicto que entra más dentro de la definición canónica de gerra civil que la de insurrección popular. De hecho, la población civil huye de la guerra. Y huye de los dos bandos. Sé que es imposible estar del lado de un dictador y sátrapa como Gadaffi, no necesito perder el tiempo en esto. Pero el mundo post1989 quebró la lógica de bloques y la lectura de conflictos en términos de: "conmigo o contra mí". Hoy podemos estar simultáneamente contra unos y contra otros. Entre otras razones y, en el caso Libio se demuestra palmariamente, porque la condición autoritaria de uno de los actores es evidente, pero no es nada obvia la condición democrática del otro actor en curso. Y mucho menos aún su capacidad de representación de las legítimas aspiraciones de paz y democracia del pueblo libio.
En segundo lugar, la resolución 173 se ha publicitado como un intento por proteger a la población civil de los riesgos ciertos de ser atacada por el presidente libio Muammar el Gadaffi. Dando por buena tanta la condición genocida del excéntrico coronel como su voluntad de exterminio, cabían dudas respecto a la adecuación de medios y fines. "Hacer algo y hacerlo rápido" no implica necesariamente crear una zona de exclusión aérea o acciones militares. Es evidente, además, que esta zona de exclusión ha sido acompañada de acciones militares aliadas que han tratado de asegurar la primacia aérea de los aliados e impedir, así, el uso de una ventaja estratégica por parte del señor Gadaffi. Con inusitada rapidez esa zona de exclusión y las acciones militares asociadas, se ha convertido en una acción de guerra destinada a garantizar la victoria de las fuerzas que se confrontan con Gadaffi y derribar a éste. A diferencia de Tunez o Egipto, donde se han buscado salidas más o menos honorables para los sátrapas, en este caso, se ha cercenado cualquier opción de buscar un acuerdo empujando a Gadaffi y los suyos a una lógica de resistencia o victoria, que no promete nada bueno para la población que se dice querer proteger.
Pero conocemos ahora, no solo lo que era previsible, esto es, que las acciones de guerra de los aliados no han causado bajas solamente entre las tropas y mercenarios (sic) al servicio de Gadaffi, también entre la población civil, según ha hecho saber El Vaticano ante el silencio de los medios de comunicación internacionales. Por último, ya es público el deseo de expulsar al dictador del poder, yendo mucho más allá de la resolución de Naciones Unidas y también, las opciones de armar a las tropas rebeldes, así como poner a la CIA al servicio de los insurgentes.
Esto no es ya una acción con fines humanitarios. Y la gente bienintencionada, especialmente en la izquierda, que creyó ver en la intervención tanto una respuesta legítima frente a un riesgo cierto de agresión a población indefensa, como el alba de un nuevo amanecer en las relaciones internacionales, debería responder con sinceridad qué piensan ahora, porque la situación les interpela directamente.
Es obvio que en Libia se juega una partida estratégica con varios actores e intereses cruzados. La reconfiguración del mapa en esa zona del planeta abre nuevas oportunidades en todos los órdenes y estar al lado, desde primera hora, de las fuerzas ganadoras ofrece ventajas estratégicas que no pueden ser obviadas. Se ha recordado el dato, que no puede desconsiderarse, de que Estados Unidos no tiene una sola de sus petroleras en Libia. Y sí las tienen Francia e Italia. Es una pista. Probablemente, este no haya sido el único motivo para la intervención, es posible incluso que no haya sido el más importante, pero considerar que las acciones militares se han producido ante el dolor creado por los riesgos de muertes en Libia, es, además de poco probable, muy patético.
Que Gadaffi es un dictador y un sátrapa, es cosa conocida, pero es especialmente cosa conocida por los que detentan el poder y sus amigos. Los mismos que ahora le bombardean. NO es nuevo, en cualquier caso. Conmueve comparar la noticia sobre el parte de guerra hoy en Libia que dedica una diversidad de insultantes epítetos a Gadaffi, dignos de un concurso literario, con una notica aparecida en el mismo periódico hace menos de un año y que daba cuenta de la visita a Trípoli del Presidente del gobierno español Rodríguez Zapatero. Les adjunto el link por si quieren jugar al famoso "juego de las diferencias": http://www.elpais.com/articulo/espana/Charla/Rey/Obama/camellos/jaima/Gaddafi/elpepuesp/20100624elpepunac_24/Tes
Así es que a fecha de hoy, Libia vive el drama histórico de ser dirigido por un sátrapa y el nuevo de ser el escenario de una guerra en curso cuyo destino y número de muertos está por ver.
El final de esta partida no está escrito, pero no augura nada nuevo para la población indefensa. A fecha de hoy, es poco probable que las fuerzas rebeldes consigan la victoria militar sin una decisiva ayuda militar aliada. Es igualmente improbable una negociación con una salida política a la situación, dadas las condiciones creadas. En fin, pensando bien, el desenlace previsible se aleja apresuradamente de las buenas intenciones y se acerca a una situación tan violenta como llena de riesgos para la población civil a la que se quería proteger. Me parece obvio a estas alturas que habría que haber intentado intevernir con otros parámetros y estrategias si el objetivo era, realmente, el que se declaraba públicamente. Aunque vamos comprendiendo que, quizás, había, además, otros intereses en juego.
Si las cosas transcurren por el camino previsible a fecha de hoy la expectativa de una nueva era multilateral donde se abrirían, por fin, opciones para el recurso a intervenciones humanitarias sin importar la condición aliada o no del agresor (léase Palestina o el Sahara) parece, cuando menos, poco plausible.
Pensando bien, esto que decimos, pensando mal, cualquier cosa....

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