jueves, 19 de noviembre de 2009

Un tal Van Rompuy

El desbloqueo institucional después de la ratificación por Irlanda del tratado de Lisboa ha posibilitado, finalmente, la elección del que será el Presidente de la Unión y de la Jefa de la diplomacia europea. El cruce de conflictos cruzados presente aún en la Unión ha dado como resultado una elección significativa. La presencia de intereses que colisionan entre pequeños y grandes países; entre viejos y nuevos socios; entre las dos grandes familias políticas; entre países que han tenido responsabilidades anteriores y los países que aspiran a tenerlas; entre países que impulsan el proceso de integración y euroescépticos de toda condición, han producido esta elección. La nota positiva, sin duda, la elección de una mujer para uno de los dos cargos. Sienta un precedente y es una señal para otras instituciones y elecciones.
Pero visto en su conjunto la elección dice de un perfil gris y de poco recorrido. Si sumamos estas dos elecciones a la continuidad de Barroso como Presidente de la Comisión la decisión tiene como lectura privilegiada la de que los estados han querido preservar su papel preponderante resolviendo en el registro menor una elección decisiva en términos simbólicos.
Es una expresión de desconfianza, sin duda, o de prevención frente al futuro del proceso integrador. Y la elección no alcanza para suscitar ningún estado de ánimo en particular entre la ciudadanía de los estados europeos.
La tercera conclusión hace referencia al hecho de que se ha obviado la oportunidad para un debate sobre el presente y el futuro de la Unión. Otra vez se elige la opción de la "despolitización" del proceso de integración frente a la evidencia, palmaria ya, de que este se ha convertido en un elemento de conflicto en las agendas nacionales y lo seguirá siendo en el futuro.
Por último, en momentos de recomposición internacional, cuando Estados Unidos dirige -otra vez- la recomposición del mundo tras la hybris neoconservadora; cuando el mundo se enfrenta a desafíos que reclamarían una presencia fuerte de la Unión en el mundo, se elige una opción cuyo mensaje hacia el mundo es: "sin novedad en la UE".
En fin, Kissinger puede seguir tranquilo: la UE sigue sin teléfono al que dirigirse para hablar de las cosas que importan.

1 comentario:

  1. No sé qué es más terrorífico, si un funcionario gris al que conocen en su casa a la hora de comer, o un animal político que nos procure otra "cabalgata" como en los 80!

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