sábado, 21 de noviembre de 2009

Lo que le queda a la UE

Hablar sobre la UE no es muy agradecido. El tema mismo seduce lo justo, es cada vez menos sexy y comienza a producir somnolencia. Quizá sea precisamente este estado de alejamiento emocional de la inmensa mayoría de la ciudadanía europea, el que pretenden los actuales dirigentes de la Unión. En situación de aletargamiento, cuando la cosa no produce ni frio ni calor, la capacidad de reacción disminuye a valores cercanos a la congelación. Y sobre todo parece como si, de verdad, pudiera no importarnos lo que acontece con la Unión. Esto último ya sí forma parte de un engaño frente al que debiéramos decir: suficiente chicos!!!
La UE es ya un espacio de regulación económica y política muy importante. No es solo la cantidad de cuestiones que afectan a nuestra cotidianeidad que se deciden en Bruselas, es que la vida misma de los estados está orientado a un espacio de regulación que ya es supraestatal y lo seguirá siendo en el futuro. En román paladino: la UE es el lugar en el que se deciden y decidirán las cosas más sustantivas para nuestras vidas. Pensar que se puede estar al margen -sea por indiferencia y rechazo- de este conjunto de instituciones es como creer que uno puede resguadarse del sol en el desierto a la sombra de un gerbo.
Por eso la decisión que se ha tomado en relación con los más altos cargos de la UE ha producido primero estupor y ahora, pelín de grima. Demuestra que los estados han llegado al convencimiento de que el proceso de integración se ha detenido, que los estados deben seguir administrando este estado de situación en su provecho y mañana...ya veremos.
El Tratado de Lisboa ya era malo respecto a la insuficiente constitución europea, pero si añadimos esta elección la cosa implica un retroceso descomunal y un incremento del gap entre expectativas y realidades.
Y no es que las expectativas fueran muy altas, pero la realidad nos está dejando la líbido europea bajo mínimos.
En fin, es tiempo de "alta política", es decir, de politizar el proceso de integración y de plantear alternativas de conjunto, comenzando con hacer pedagogía respecto a lo que la UE, realmente, es.

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