lunes, 29 de noviembre de 2010

No es solo un giro a la derecha

Las elecciones catalanas tienen varios planos de lectura y varios escenarios de interpretación, por tanto. En el institucional, la contundente victoria de CiU y la estrepitosa derrota del PSC, la caída en picado de Esquerra y el ligero descenso de ICV-EUiA solo puede ser interpretado como la derrota del tripartito y un deseo de cambio que se confunde con el retorno de los de siempre. Llama la atención que dos de los socios del gobierno anterior hayan abjurado en vísperas electorales de una experiencia que no merecía ese final. En este punto hay una lectura fundamentalmente "catalana" de los resultados, es decir, estos se explican dentro de la dinámica electoral y del sistema de partidos de ese territorio.Parece claro que el factor fundamental que explica la desafección de la ciudadanía que confió en el tripartito ha radicado en la crisis económica, es decir, en el impacto de ésta y en la sensación de entrega del poder político frente a las incertidumbres de la situación. La izquierda en el gobierno no ha sabido disminuir la inseguridad que la crisis produce y, probablemente, haya alimentado el tópico de que la izquierda es buena para repartir, pero mala para acumular. Serio problema que remite a la autonomía de la política en tiempos de dominio omnimodo del mercado. Habrá otros factores que no pueden desconocerse: el fenómeno identitario; la sentencia del estatut etc, pero, los postelectorales decían del peso del fenómeno crisis antes del día de las elecciones. La cuestión clave para una política de izquierdas alternativa, hoy, es disputar la hegemonía a ese "sentido común" mayoritario que ha sido formateado por el neoliberalismo y que está siendo clave para codificar la crisis, y para neutralizar cualquier perspectiva de transformación y cambio en las actuales condiciones.
En este escenario institucional se plantean ahora varios escenarios posibles. El más plausible es el de un gobierno mayoritario y a la carta de CiU con apoyos puntuales en un arco de alianzas muy amplio que, prácticamente, excluye solo a ICV-EuiA y a Ciutadans.
ICV-EUiA tiene ahora un papelón como única oposición legitimida, desde la experiencia de gestión del tripartito y sus propias propuestas, para impugnar las políticas de CiU.
En un plano más general, estas elecciones confirman que los electores están castigando la gestión de la crisis de los gobiernos independientemente de su color: ningún gobierno se está librando de los castigos electorales más o menos leves o severos con los que se expresa el desasosiego de las poblaciones. Pero poco más. La retórica de la refundación del capitalismo se agostó tan pronto como las clases dominantes comprendieron que décadas de capitalismo salvaje habían desestructurado las resistencias y derrotado los discursos antisistémicos.
De hecho, se confirma, también, la ascendencia de partidos xenófobos y de extrema derecha que crecen a la sombra del giro copérnicano que el neoconservadurismo ha dado a la política en los últimos años. Esta es una razón para pensar que estas excrecencias políticas subsistirán de una u otra manera aunque no sean relevantes políticamente, al menos, de momento.
Pero, sin duda, ocupan un espacio político que retroalimenta a los voceros antidemocráticos que les alientan y protegen. Y producen un efecto más, presionan discursivamente sobre los partidos mayoritarios de centro-derecha que necesitan, ya, pocas justificaciones para decir obscenidades políticas.
La idea central serían entender que la representación política ha cambiado los moldes en los que se encorsetaba la dinámica del conflicto social hasta hace 20 años. Convendría que pensáramos con buen tino la razón por la cual los barrios obreros en Barcelona o en Madrid, votan mayoritariamente al PP.
En fin, hay una ventana de oportunidades en este escenario con apariencia de Mad Max. Los desastrosos efectos de la crisis no producen solo desesperación, incertidumbre y miedo. SIembran también la semilla del descontento, las ganas de rebeldía y abren interrogantes permanentemente que pueden ser reformulados desde una perspectiva claramente de izquierdas y transformadora. Pero hace falta una izquierda con atractivo, con capacidad de ofrecer, con veracidad, alternativas creíbles (no digo posibles, digo creíbles);liderazgos renovados y abiertos a los nuevos espacios de lo social crítico; que genere un nuevo mapa de conflictos sociales y de representación de los mismos y que se sacuda la pereza del obrerismo decimonónico. En fin, hace falta una izquierda con poca voluntad dogmática y mucha programática.
Leída la situación general -y lo de Catalunya como síntoma- en perspectiva histórica, estamos al borde de una situación de emergencia democrática. Las clases dominantes no pararán hasta ver desmantelado y en huesos el estado del bienestar, incluso el lánguido y enclenque nuestro. Habría que pensar todas las estrategias viables y posibles para sumar en el empeño de revertir la situación, desde lógicas de encuentro que no tienen porque dar como resultado engordar unas solas siglas o un solo partido. La inteligencia al servicio de la imaginación para estos duros momentos. En eso deberíamos estar.

5 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo contigo.Cuando en lugar de refundar en torno a un eje, sepamos abrir y expandirnos en horizontal, desde la humildad de la investigación y la pérdida del miedo al error y por tanto del miedo a la libertad, entonces tal vez podamos aglutinar algo creible e ilusionante.Mientras permanezcamos en el útero de la acrítica verdad, no podremos avanzar

    ResponderEliminar
  2. Estoy de acuerdo, pero hay otro problema que no se ha querido tocar y que ha hecho si cabe el desgaste mucho más fuerte. Ese problema es la falta de liderazgo y de carisma de Montilla en Cataluña. Ya sabemos que los gobiernos los forman personas y equipos, pero la persona que está al frente de ese gobierno debe poseer un carisma especial. En dicho caso, Montilla es el anti-lider. Eso no quiere decir que no sea una persona válida, pero en todo caso, sería válido para trabajar a la sombra de un líder. Zp cuando se cargó a Maragall lo hizo en clave española, pero demostró no tener ni idea de política catalana.

    Que Maragall también hubiese perdido? Es posible, pero la derrota hubiese sido menos amarga.

    ResponderEliminar
  3. De acuerdo con los dos. Entiendo lo que comentas, Santiago, a propósito del problema del liderazgo, aunque creo que, en esta ocasión, un mejor liderazgo no hubiera cambiado significativamente las cosas.

    ResponderEliminar
  4. Es evidente que el tripartito había hecho mal las cosas desde un principio, Saura nunca tenía que haber aceptado la consejería de interior, y tantas otras cosas, pero hay un problema de base, que es la ingerencia de Zp en la política catalana. El presidente era Maragall y Zp lo echa, eso genera malestar no solo en el PSOE catalán, sino también en Cataluña. Maragall tenía su público en Cataluña. En cambio, Zp impone a un personaje más bien gris (quizás un excelente gestor a la sombra), pero un personaje sin carisma y sin liderazgo alguno. ICV y ERC pactan con Montilla, por decirlo de alguna forma, tapándose la nariz, porque no tenían más remedio (porque en ese momento no querían pactar con CiU). Repito, Montilla es quizás un buen gestor a la sombra, pero no es un líder carismático. Las cosas empezaron mal y ahí se perdieron las elecciones futuras. Había tiempo para recomponer, claro, y el contexto también ha jugado en su contra, también.

    Yo soy de los que prefiere un buen equipo, antes que un gran capitán, pero la gente se fija más en el gran capitán, en el Cristiano Ronaldo o el Johan Cruiff de turno, capaz de liderar un buen barco. Eso no existía en Cataluña. Quizás Maragall tampoco era un gran capitán, pero era una persona querida por sectores de la sociedad barcelonesa. Montilla, todo lo contrario.

    Hagamos política ficción. Rajoy es también el anti-lider (como Montilla), su partido sabe que cada vez que abre la boca, las intenciones de voto al PP se reducen enormemente. Pero, Rajoy por esas carambolas de la vida puede ser presidente. Si las cosas no funcionan para el PP, cuando Rajoy sea presidente, en 2015, la derrota del PP, puede ser muy amarga.

    Nos gustará su gestión o no, pero los Felipe González, Aznar, Pujol, Arzalluz, Anguita y, en menor medida, Maragall, aún son considerados por un sector de la población como semi-dioses. No hablo de contenidos, sino de imagen y de carisma.

    Dentro de unos años, ya nadie se acordará de Montilla, ni de Rajoy, pero seguro que se acordarán de Felipe, Carrillo, Aznar, etc.

    Quizás con Maragall también hubiese perdido el tripartito, pero creo que hubiese sido una dulce derrota, y no amarga como la actual. Ahora, el PSOE no ha perdido solo en Cataluña, sino que también tiene que gestionar la división interna entre los Maragall, Castells, Tura, por un lado, y los Corbacho, Montilla, etc. por el otro. Por eso, la elección de Montilla por Zp marca el inicio de la derrota del tripartito en Cataluña, acompado de otros errores de estrategia (claro) de Carod, Saura, etc.

    Dicho esto, evidentemente, vivimos en un mundo en que las grandes filosofías políticas están en crisis: desde el liberalismo al comunismo, desde la socialdemocracia al conservadurismo.

    ¿O quizás los actores? Es decir, que está en crisis las personas que hay detrás de esas ideologías o las ideologías en sí?

    Dejo esta pregunta para otro debate.

    Ssntiago

    ResponderEliminar
  5. Muy bueno el artículo Pedro (y buena ocasión para recuperar el contacto).

    Yo apunto una nueva línea para el debate sobre las oportunidades que se abren a raiz de la crisis.
    Estoy de acuerdo, pero creo que las oportunidades no son sólo para la izquierda, también lo son para el poder ecónomico, "los mercados" y sus sucursules políticas en Cataluña, España y el resto del mundo... Ellos tambien aprovechan este contexto de descontento para imponer su agenda colocando mensajes simples que calan en la sociedad (Inmigrantes malos. Políticos corruptos y todos iguales. Sector público derrochador.).
    En este sentido creo que debemos de hacer un esfuerzo de comunicación para transladar nuestro mensaje a la ciudadania(aunque quiza tambien, o primero, de consensuarlo). Hacerlo llegar a la más activa políticamente pero también a la más desencantada con la política.
    Sabemos que nuestro mensaje es mucho más complejo que el de la derecha (transformar es complejo hay qué explicar por qué, cómo y para qué), pero tenemos que tratar de traducirlo, fraccionarlo y administrarlo para hacerlo llegar a más gente de una forma atractiva pero pedagógica.
    Estoy convencido de que los argumentos están de nuestro lado (aunque sometería a examen crítico a algunos para modernizarlos) pero muchas veces eso mismo nos impide explicarnos de forma clara y hacer que la gente descubra que sí existen las ideologias y no todos las opciones son iguales.

    Desgraciadamente, creo que en este terreno nos llevan mucha ventaja y por muchas razones.

    J. Jambrina

    ResponderEliminar