Hoy día 20 de febrero publica El País en su edición de Madrid, una jugosa entrevista con la nueva delegada de gobierno en esta comunidad, Cristina Cifuentes. Uno de los titulares de la entrevista lo dice todo: "Jamás hubiera permitido la acampada en la Puerta del Sol". Una más. Por si había quien, desde la izquierda, albergaba dudas sobre lo que iba a ser el gobierno del PP, imagino que ya no las tendrá. Este es un gobierno con voluntad de aprovechar la crisis, la estupefacción de la gente y el miedo creciente a lo que pasará en el futuro (el suyo y el de los suyos), para intentar concluir la tarea iniciada con las dos legislaturas del Aznarato.
Lamentablemente, en esa tarea deconstructiva de nuestro enclenque estado del medioestar ha colaborado, con sonrojante alegría, el gobierno de Zapatero. Singularmente en su segunda legislatura.
Pero el gobierno que preside Rajoy no tiene más ataduras que los límites que ellos quieran imponerse y una cuestión de ritmos y plazos. La brutalidad de la reforma laboral parece haber sorprendido a algunos despistados, pero la agenda de "cambios" no va a detenerse. Tienen prisa, son conscientes de la conveniencia de aprovechar estos primeros años de su gobierno al calor de los vientos devastadores que vienen de Europa y que animan su velamen en este viaje a ninguna parte.
La otra agenda, esa que no afecta a lo económico y lo social no es menos devastadora que la ya referida reforma laboral: aborto, memoria histórica, educación en todos los niveles, sanidad, justicia etc... el partido del 1% actuará con convencimiento y solo se sentirá concernido si hay una oposición decidida y audaz, dispuesta a utilizar fórmulas muy diversas de ocupación del espacio público y de reivindicación.
Pero esta brutal agenda contrarreformista y sectaria marca una diferencia de calidad respecto a las actuaciones del PSOE.
El PSOE y el PP no son la misma cosa ni tienen las mismas pretensiones ni objetivos. Ni por tradición, ni por programa ambos partidos pueden presentarse como iguales. Esto no empece ni en un gramo la crítica que hay que hacer al partido socialista por su acción pública y por su inacción. Estos lodos han sido convenientemente favorecidos por las lluvias que ellos trajeron. En su acción pública no hubo ni piedad para con los sectores sociales más desfavorecidos, ni un solo gesto que permitiese percibir que había una voluntad de repartir culpas, responsabilidades y consecuencias, cuando menos.
Y no es menos cierto, aún, que la elección de Rubalcaba y ese incalificable llamamiento a hacer "oposición útil", alimenta en sectores de la izquierda la convicción de que estos seguirán en lo de siempre. Pero la base social y electoral del PSOE estaba el otro día en las manifestaciones contra la reforma laboral y su concurso es imprescindible para levantar un baluarte de resistencia y reivindicación frente a este brutal ataque.
Decir que da igual quien gobierne no es solo una manifestación de abierta ignorancia, sino una peligrosa invitación a la desesperanza de la gente a la que se les dice que no habrá nada bueno que esperar de un eventual cambio. Pero la gracia está en trabajar no para un retorno del PSOE Rubalcabista o cualquier otro, sino en propiciar un encuentro de las izquierdas sociales y políticas alternativas e invitar a esa parte del PSOE que piensa con la izquierda, a construir juntos ese camino.
Lo demás en la visión pequeñita y sectaria, de partidito que se consuela con tímidos logros que son como migajas del éxito de otros.
Estos días, leyendo a Padura y su magnífico libro, revivía esa situación de las gentes de izquierdas alucinadas por que los comunistas alemanes (empujados por Stalin), despreciaban el ascenso del nazismo y se regocijaban con su ascenso electoral. Ya sabemos como acabo aquella historia. ¿Alguien piensa que es que esta es muy diferente?
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