Leído el discurso del futuro Presidente en el debate de investidura, se nos anuncian los contenidos y las formas de lo que van a ser estos cuatro años por venir. En lo que hace a la dirección política del gobierno, un estilo "soft" combinado con una presentación de las políticas públicas con la apariencia de un "saber escuchar" que genera un efecto de dulcificación sobre los contenidos de las mismas. Convendría, sin embargo, recordar que la acumulación de poder del PP le permite expresarse en varios registros diferentes: el rostro duro y agresivo del PP de Castilla la Mancha, Madrid o Baleares con una versión más amable en la dimensión estatal.
Además, parece obvio que el anuncio progresivo de las malas medidas, tiene que ver, también con cálculos electorales. Entre ellos, las próximas elecciones en Andalucía. Podría pasar que un anuncio precipitado y agresivo de recortes entorpeciese la victoria del PP en esta importante comunidad autónoma y enviase el mensaje de resistencia frente a las lógicas de desmantelamiento del estado del bienestar. Sin embargo, esta secuenciación ofrecería más garantías para acometer ese desafío con mejores garantías. En caso de confirmarse, entonces, otra victoria más del PP, la lectura sería que el país da un cheque en blanco al PP para que acometa las políticas de recortes sin más límites que su buen sentido.
Pero del discurso y el debate se deducen con meridiana claridad las líneas maestras de la acción de gobierno en lo inmediato.
Los tres ejes que vertebrarán el gobierno del PP serán: la reducción de gasto en 16.500 millones de euros, que son la guinda de una Ley de Estabilidad Presupuestaria que daría continuidad a la reforma constitucional del pasado verano. En segundo lugar, culminar el proceso de saneamiento del sector financiero, esto es, el estado al servicio de limpiar de mugre los estados contables de los bancos, incrementando, de este modo el déficit y presionando, aún más, para ulteriores reducciones de gasto público.
En tercer lugar, reformas estructurales bajo el dominio de la flexibilidad y competitividad de nuestra economía. En este rubro la estrella será la futura reforma laboral que, por lo leído, seguirá la estela de lo ya anticipado por la patronal: eliminación de la causalidad en los contratos; terminar con la dualidad del mercado laboral, precarizando todas las modalidades de contratación; generar un marco de excepciones y límites que permita a las empresas excluirse de los convenios colectivos y, con ello, reducir al mínimo la capacidad negociadora de los sindicatos; y quedará para más adelante reducciones de salario en el sector privado bajo la excusa de la competitividad. En este punto, sí hay algunas concreciones relativas a la disminución de la fiscalidad para las empresas. El asunto de los puentes y festivos, se entenderá ahora, es puro entretenimiento circense.
La lógica de la acción de gobierno será el adelgazamiento por shock del estado del bienestar e incapacitar, estructuralmente, al estado para acometer en un futuro, políticas redistributivas.
Lo peligroso y antidemocrático de la política del PP es su voluntad de crear una situación de facto que haga inviable cualquier posibilidad de apertura a otra situación. Si sus reformas se llevan a cabo con éxito, tendremos dificultades para pensar en políticas públicas con sentido reformista. En este triste legado la contribución del gobierno de Zapatero ha sido encomiable.
En fin, parte de su "prudencia" tiene que ver, también, con una cierta conciencia de que el 15M ha activado resortes de resistencia que pueden recuperarse para una situación como la que se nos avecina.
Es el momento de pensar la política a lo grande y el grupo parlamentario de IU puede, y debe, convertirse en una referencia de encuentro de la pluralidad de izquierdas que quieren resistir a la marcha triunfal de los mercados contra la democracia y las poblaciones. No se ha empezado bien, por razones de contenido y por razones estéticas. Hay tiempo para enmendar. Veremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario